Cuando nuestros hijos se convierten en adolescentes, su comportamiento cambia, y esto es completamente natural y normal. Se convierten en jóvenes que comienzan a enfrentar desafíos con los que no se habían enfrentado antes, experimentando cambios hormonales, enfrentándose a la presión de los compañeros y, en general, tratando de descubrir quiénes son. Todos estos cambios pueden afectar el estado de ánimo y el comportamiento de los adolescentes, y como padres, es difícil para nosotros distinguir entre un comportamiento normal y uno que indica un cierto problema que necesita ser abordado de inmediato. Por lo tanto, es esencial reconocer estas señales de alerta e intervenir a tiempo, y hemos reunido 8 comportamientos que debes conocer para evaluar completa y correctamente el estado de tus hijos.
1. Tendencia repentina al aislamiento
Si tus hijos antes eran muy sociables, pero de repente se distancian de todo su círculo social y familiar, incluso durante las actividades que suelen disfrutar, esto debería encender una luz de alarma. Un ejemplo podría ser el de una niña que solía pasar los fines de semana con sus amigas y de repente comienza a rechazar sus invitaciones, prefiriendo quedarse sola en su habitación. Otro ejemplo podría ser el de un niño que solía jugar en un equipo deportivo y lo disfrutaba, pero de repente decidió que ya no quería participar sin una explicación clara. Todos estos podrían ser signos de angustia, depresión u otros problemas que afectan su salud mental.
Como padre, puedes:
- Mantener canales de comunicación abiertos, mostrando interés sin entrometerse.
- Fomentar la socialización facilitando actividades grupales o salidas familiares.
- Crear un ambiente acogedor en el hogar para los amigos de tu hijo adolescente.
- Respetar su necesidad de privacidad mientras lo involucra en actividades familiares.
- Ser modelo de comportamientos sociales saludables y estrategias de afrontamiento para que tengan ejemplos positivos.
2. Cambios en los hábitos alimenticios
Si tus hijos adolescentes muestran cambios extremos en sus hábitos alimenticios, como limitar el tipo o la cantidad de alimentos que comen o contar calorías, esto podría ser un signo de desarrollo de trastornos alimentarios. Los estudios muestran que alrededor del 13% de los adolescentes desarrollan estos trastornos a la edad de 20 años, por lo que si notas cambios tan repentinos y extremos, es muy recomendable consultar a un experto que pueda abordar el problema.
3. Descuido de sí mismo
Es completamente normal que los adolescentes tengan problemas relacionados con su apariencia, pero si parecen descuidarse por completo y no les importa en absoluto asearse, ducharse y usar ropa limpia, esto es señal de que hay un problema. El descuido de la higiene personal es un síntoma de depresión, baja autoestima o estrés, y a veces incluso puede estar relacionado con relaciones poco saludables con las drogas o el alcohol.
4. Demasiado tiempo frente a la pantalla
Todos usamos pantallas a diario y esto no suele ser motivo de preocupación, pero si tus hijos adolescentes usan su teléfono inteligente, computadora o consola de juegos durante todo su tiempo libre, esto puede eventualmente derivar en problemas de salud física y mental, además de obstaculizar su desarrollo social. Tus hijos adolescentes necesitan relaciones cara a cara, tiempo para las tareas y las responsabilidades académicas y dormir lo suficiente cada noche. Si estas cosas no están presentes en sus vidas, pueden derivar en problemas graves.
Consejos para reducir el tiempo frente a la pantalla:
- Reduce gradualmente el tiempo frente a la pantalla para evitar cambios abruptos, hazlo de manera muy gradual.
- Reemplaza las actividades frente a la pantalla con alternativas atractivas, que ayudarán con el resentimiento y el aburrimiento.
- Crea zonas libres de tecnología en la casa (por ejemplo, dormitorios, mesa de la cocina).
- Fomenta descansos regulares durante el uso de la pantalla (regla 20-20-20: cada 20 minutos, mira algo a 6 metros de distancia durante 20 segundos)
5. Autolesión
Una de las señales de alerta más claras de angustia mental en los adolescentes es la autolesión: cuando un adolescente se lastima deliberadamente, causándose heridas o dolor en el cuerpo. Esto suele deberse a dolor emocional o problemas mentales no resueltos. Si notas moretones o lesiones inexplicables en el cuerpo de tu hijo, especialmente en los brazos y los muslos, es muy recomendable que busques ayuda profesional.
6. Toma de riesgos frecuente
La adolescencia es una época de experimentación, pero existe una diferencia entre probar cosas nuevas y tomar riesgos. Conducir a exceso de velocidad, beber alcohol, consumir drogas y tener relaciones sexuales sin protección son riesgos que probablemente conozcan tus hijos, pero que podrían ignorar las consecuencias. Los adolescentes suelen correr riesgos para rebelarse, ganar la aprobación de sus amigos o como una forma de lidiar con la presión o la angustia emocional, y es importante abordar no solo el problema en sí, sino también la raíz del problema.
7. Tendencia a ocultar cosas
Si tus hijos comienzan a ocultarte secretos sobre las actividades en las que participan o los lugares a los que van, obviamente demuestra que te están ocultando algo y que pueden estar haciendo cosas que saben que tú no aprobarás o de las que se sentirá avergonzado. Es completamente normal que los adolescentes quieran y exijan privacidad e independencia, y es importante dárselas mientras encuentras el equilibrio adecuado entre libertad total y supervisión constante. Si tus hijos adolescentes siempre cierran la puerta de su dormitorio con llave o intentan evitar responder preguntas sobre sus planes, vale la pena tener una conversación al respecto.
Generar confianza y establecer límites claros son esenciales para abordar este problema. Comienza por establecer una comunicación abierta desde el principio, respetando la creciente necesidad de privacidad de tu hijo adolescente y compartiendo experiencias personales apropiadas. Cuando confíen en ti, evita juzgar y mantén la coherencia en tus reacciones y consecuencias. Es importante hablar sobre las expectativas en cuanto a la actividad en línea, los horarios y las interacciones sociales. Explícale las razones detrás de las reglas para promover la comprensión y debes estar dispuesto a negociar y ajustar estas reglas a medida que tu hijo adolescente madure. Te pedimos estar atento a las señales de advertencia de un problema de ocultamiento, como mentir sobre el paradero o las actividades, cambios repentinos en los grupos de amigos o en las relaciones románticas, posesiones o dinero inexplicables y cambios drásticos de humor o de comportamiento.
8. Baja autoestima
Esto también es normal: lidiar con problemas de autoestima durante los años de autodescubrimiento. Sin embargo, si esto es algo que dura mucho tiempo y afecta a tus hijos hasta el punto en que se ven a sí mismos de forma negativa, se critican con frecuencia y buscan la validación de los demás, esto puede ser un signo de depresión o trastorno de ansiedad. Comprueba si tus hijos se comparan constantemente con los demás, dudan de sus habilidades o intentan hacerse daño de alguna manera y, de ser así, dales amor y apoyo incondicionales y anímalos a desarrollar su confianza en sí mismos y su resiliencia mental.
¿Qué hacer si notas estas señales de alerta?
Lo primero que debes hacer es hablar con tus hijos sin juzgarlos. Dales la oportunidad de expresarse, incluso si no entienden del todo por lo que están pasando, e intenta comprender su perspectiva. Escúchalos sin criticar y, al principio, evita dar consejos o intentar arreglar la situación. Si es necesario, más adelante puedes ayudarlos a intentar resolver sus problemas, ya sea por ti mismo o con la ayuda de un terapeuta calificado, dependiendo de la gravedad del problema que surja.
A continuación, te damos algunos consejos más para ayudarte a hablar con tus hijos y entender cuál es el problema:
1. Aprovecha el momento adecuado
Cuando tus hijos se acerquen a ti para hablar sobre un problema determinado, aprovecha el momento y déjalos que tomen la iniciativa. Préstales toda tu atención y permíteles hablar sin interrumpirlos. Demuéstrales que estás interesado en escuchar lo que tienen que decir.
2. Elige el momento y el lugar adecuados
Si eres tú quien inicia la conversación, hazlo en un lugar tranquilo donde tengas privacidad y sea cómodo para mantener una conversación. Asegúrate de que no haya distracciones para ti ni para tus hijos, y de que tengas tiempo suficiente para hablar, sin importar cuánto dure la conversación. Sin embargo, hay casos en los que esta conversación también puede tener lugar al mismo tiempo que otra actividad, como cuando estás cocinando o jugando juntos.
3. Sé abierto y honesto
Te sugerimos hacerle saber a tus hijos adolescentes que estás preocupado porque te importa su bienestar. Utiliza frases en primera persona para expresar lo que has notado últimamente y para evitar sonar acusador. Por ejemplo, “He notado que últimamente estás muy triste y estoy preocupado por ti”, en lugar de “Tu estado de ánimo ha sido terrible últimamente. ¿Pasó algo?”.
4. Valida sus sentimientos
Hazles saber a tus hijos que está bien sentir lo que están experimentando y que no deberían sentirse avergonzados por ello. Haz hincapié en que es importante que reconozcan sus sentimientos para que puedan empezar a abordarlos.
5. Haz preguntas abiertas
Para animar a tus hijos a compartir lo que les pasa, haz preguntas abiertas que requieran más que una respuesta corta de "sí" o "no". Por ejemplo, "¿Puedes decirme qué te pasa?" o "¿Cómo te has sentido últimamente?" en lugar de "¿Te sientes bien?".
6. Ofrece apoyo
Hazles saber a tus hijos adolescentes que estás ahí para ellos y que estás listo para ayudar. Habla sobre posibles soluciones o fuentes de ayuda, como un psicólogo. Este paso es muy importante, ya que las investigaciones muestran que casi el cincuenta por ciento de los niños que sufren problemas de salud mental no reciben el tratamiento o la orientación profesional que necesitan.
7. Revisa cómo se sienten regularmente
Continúa revisando cómo se sienten tus hijos a lo largo del tiempo y habla con ellos sobre su situación. Hazles saber que tu apoyo es continuo y que siempre estás disponible para hablar sobre lo que les sucede.