Todos tenemos relaciones en nuestra vida que han durado lo suficiente como para haber herido a esa persona en un momento u otro. Por eso, tratamos de aprender de los errores, de comportarnos de forma diferente y, por supuesto, de pedir perdón a quienes hemos herido. Sin embargo, muchos de nosotros nos olvidamos de pedirnos perdón a nosotros mismos. Esto es así a pesar de que algunas veces nos sentimos decepcionados por ciertas cosas que hicimos, dijimos y pensamos, o viceversa, cosas que no hicimos a pesar de que lo necesitábamos. Los sentimientos de decepción o enfado se interponen en nuestro camino para aprender, corregir y comportarnos de forma diferente la próxima vez. Los siguientes consejos te ayudarán a aprender a perdonarte a ti mismo, una acción que no sólo es importante, enriquecedora y fortalecedora, sino que también puede ser el mayor obstáculo al que te enfrentas y que te impide pasar página.
1. Deja de castigarte a ti mismo
Al igual que castigamos a nuestros hijos cuando hacen algo mal, seguimos castigándonos a nosotros mismos, pero elegimos una forma ineficiente de hacerlo. La ira y la decepción son un mecanismo de autocastigo que la mayoría de nosotros ponemos en práctica sin pensarlo dos veces porque a menudo nos equivocamos y pensamos que el autoperdón es como olvidar lo que hicimos. Si esta es la razón por la que te resulta difícil perdonarte a ti mismo, recuerda que la forma más eficaz de ver las cosas es entender que el perdón es un proceso de toma de conciencia de lo ocurrido, y no de revertir un error. Tiene sentido decirnos a nosotros mismos que no estamos orgullosos de lo que hemos hecho, pero que queremos seguir adelante para protegernos a nosotros mismos, nuestra salud y nuestras relaciones con los que nos rodean. Esta afirmación nos permite empezar a encontrar el camino a seguir, en lugar de caer en un peligroso ciclo de autoagresión a nivel emocional.
2. Clasifica el origen de tu ira
Es posible que andemos con un sentimiento de autodecepción durante mucho tiempo, sin pararnos a pensar qué es exactamente lo que nos ha decepcionado de nuestra forma de actuar. Nuestra reticencia a clasificar el error que hemos cometido puede provenir del miedo a enfrentarnos al pasado y a poner un espejo delante de una acción de la que no nos sentimos orgullosos. Sin embargo, es, por supuesto, difícil e imposible perdonarnos a nosotros mismos por algo que estamos tratando de reprimir. Intenta volver al momento en que sentiste que te equivocaste y pregúntate por qué es un error que te hace sentir mal hoy. Si nos peleamos con nuestra pareja, podemos sentirnos mal porque en nuestra opinión esto es una señal de nuestro fracaso en la relación. Si llevamos un estilo de vida poco saludable, podemos estar enfadados por habernos hecho daño a nosotros mismos, y si nos abstenemos de intervenir en un conflicto familiar podemos estar enfadados con nosotros mismos por no haber actuado, cuando en retrospectiva, deberíamos haber actuado.
3. Piensa en los valores que te guían hoy
La razón por la que la mayoría de nosotros nos sentimos culpables o avergonzados por acciones pasadas es que esas acciones son incompatibles con nuestros valores actuales. Intenta identificar y definir qué valores que te acompañan ahora entran en conflicto con lo que has hecho o no has hecho antes, y de qué manera. Definir los valores e identificar el lugar preciso de la incompatibilidad nos permite tener una visión más clara no sólo de la razón por la que nos arrepentimos de lo que hicimos, sino también de la cuestión de si nos sentimos mal porque nuestra forma de pensar ha cambiado, o más bien por un choque de valores que experimentamos en el momento en que cometimos el error.
4. No permitas que una acción defina quién eres
Una vez que conozcas la causa de tu autoenfado y el motivo por el que surgieron estos sentimientos, recuérdate que se trata de un caso, un acto o un periodo de tu vida que no puede definir quién eres como persona. Algunos de nosotros tendemos a pensar que un error que hemos cometido en el trabajo o en las relaciones es una señal de que no tenemos éxito en lo que hacemos, en lugar de tratarlo como lo que es: un error. Por supuesto, si nos definimos por estos errores, no podremos salir del ciclo que nos permitirá ser mejores socios o empleados más eficientes. Recuerda que toda persona, incluso la más exitosa, fracasa o comete un par de errores en su vida.
Aceptar el hecho de que estos percances no afecten a lo que somos no significa que estemos ignorando nuestros defectos o que no intentemos mejorar. Significa que nuestra fuerza se plasma en el hecho de que nos valoramos lo suficiente como para superar estos momentos, para no detener nuestro progreso. Una de las cosas que puede ayudarte es hablar del problema con una persona de confianza e intentar utilizar su punto de vista para verlo de una manera menos seria e incluso cómica. Una conversación así te dará el apoyo y la libertad que necesitas para dejar de tomarte el problema demasiado en serio y darte cuenta de que, para las personas que te importan, eres mucho más que tus errores.
6. Avanzar con el método de "montar en bicicleta
Cuando aprendimos a montar en bicicleta de pequeños, la mayoría nos dimos cuenta de que era un proceso y que necesitaríamos varios intentos antes de dejar de caer. Los nuevos patrones de comportamiento y pensamiento no son diferentes, ya que aquí también estamos aprendiendo habilidades adquiridas. Recuerda que no hay razón para que no te equivoques antes de seguir adelante, y que si no te hubieras perdonado cada caída mientras aprendías a montar en bicicleta, probablemente hoy no serías capaz de montar correctamente.
La forma en que respondemos a las situaciones depende de la canasta de habilidades que tenemos, de nuestro estado de ánimo y de cómo percibimos la situación en ese momento. Quizá no veamos las cosas como son, actuemos por defensa o estemos estresados. Sin embargo, permítete errar para avanzar hacia tu objetivo final, que es actuar más correctamente la próxima vez. Mira la lista de "reiteraciones" que has creado y recuerda que si aprendes de tus errores, nunca habrán sido cometidos en vano.
7. Si es posible, mejorar. Si no, sigue adelante
Si has herido a alguien o no has hecho algo que debías hacer, intenta pedir perdón y corregir lo que puedas. Que los que te rodean sepan que eres dueño de tus errores no disminuye tu valor, de hecho, hace lo contrario. Si has cometido algunos errores, no esperes mejorar inmediatamente y corregirlos todos. Céntrate en lo más importante y recuérdate que estás en el buen camino aunque no lo hayas arreglado todo.
Al mismo tiempo, recuerda que no todo se puede arreglar y que en algún momento debes aceptar que algunas cosas han sucedido y no se pueden borrar. El último paso es pasar finalmente la página y aceptar lo sucedido como algo pasado. Mira hacia delante, márcate nuevos objetivos y avanza hacia nuevos destinos sabiendo que esta vez podrás hacerlo con más facilidad.
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