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La Detección Temprana Del Alzheimer Podría Comenzar Con La Nariz

El Redactor: Jessica Q. R.

La mayoría de la gente piensa que la pérdida de memoria es el primer signo del Alzheimer, pero ¿qué pasaría si las señales de advertencia comenzaran mucho antes, y justo debajo de tus narices? Resulta que tu olfato podría revelar mucho más sobre tu cerebro de lo que crees. Una nueva investigación sugiere que una simple prueba de rascar y oler podría ayudar a detectar el Alzheimer mucho antes de que la memoria empiece a fallar.

Un grupo de investigadores del Hospital General de Massachusetts ha estado trabajando en una prueba de olfato que podría hacer precisamente eso: detectar discretamente cambios cognitivos tempranos, incluso antes de que notes algo extraño.

El estudio, publicado en Scientific Reports, presenta una revolucionaria prueba de olfato casera conocida como AROMHA. Este innovador enfoque busca abordar un desafío importante en la medicina: la necesidad de métodos asequibles y no invasivos para detectar la enfermedad de Alzheimer antes de que aparezcan los síntomas.
 

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Lo que el olfato nos dice sobre el cerebro

El olfato no se trata solo de percibir el aroma de la cena o de percibir un perfume. Las partes del cerebro que procesan los olores están estrechamente vinculadas a las áreas responsables de la memoria y el pensamiento. Estas áreas se encuentran entre las primeras en verse afectadas en la enfermedad de Alzheimer. Mucho antes de que aparezcan los problemas de memoria, pequeños cambios empiezan a arraigarse en esos circuitos, a veces hasta 20 años antes de que aparezcan los síntomas.

Esto convierte al olfato en una herramienta interesante para detectar cambios cerebrales de forma temprana. Los científicos saben desde hace años que la pérdida del olfato es común en diversas enfermedades neurológicas. Lo que está cambiando ahora es cómo podemos aplicar ese conocimiento de forma práctica.

Descubre la prueba AROMHA: rasca, huele y piensa

La prueba desarrollada para esta investigación se llama AROMHA y es sorprendentemente sencilla. Se envía por correo un juego de tarjetas de olor. Cada una tiene una etiqueta con un olor. Solo hay que despegar, oler y seguir las instrucciones en línea.

Pero no se trata solo de reconocer el olor. La prueba también evalúa la capacidad de una persona para distinguir diferentes olores, su intensidad y si puede recordarlos más adelante. Incluso incluye una autoevaluación integrada: tras responder, los participantes evalúan su nivel de confianza en su elección. Este tipo de autoconciencia se ha vinculado a la rapidez con la que se producen los cambios cerebrales, lo que añade un nuevo nivel de información.

Lo que descubrió el estudio

Los investigadores analizaron a más de 180 personas, incluyendo aquellas con función cerebral sana, algunas con problemas de memoria pero con resultados normales en las pruebas, otras con deterioro cognitivo leve (DCL) y algunas con pérdida de olfato diagnosticada.

Lo que más llamó la atención fue la gran dificultad que tenían las personas con DCL para identificar y reconocer olores. Esta disminución no se debió solo a la edad. Si bien es normal que el olfato se desvanezca un poco con el tiempo, el deterioro en este grupo fue más pronunciado, lo que sugiere algo más que el envejecimiento laboral.

También hubo un grupo con pérdida total del olfato, y sus puntuaciones rondaron los niveles de incertidumbre, lo que demuestra que la prueba cumplía su función: medir la capacidad olfativa real.

Fácil de realizar, sin importar dónde te encuentres

Un aspecto interesante de la prueba fue su flexibilidad. Las personas la realizaron en diferentes entornos: en casa, a solas, durante una sesión remota con un investigador o en persona. Independientemente de cómo la realizaran, los resultados se mantuvieron constantes. El idioma tampoco influyó; funcionó bien tanto en inglés como en español.

Y a pesar de lo que se suele suponer sobre la tecnología y los adultos mayores, la mayoría de las personas mayores de 55 años pudieron realizar la prueba sin problemas. Esto es importante, ya que abre la puerta a que una prueba como esta forme parte de la atención médica de rutina: sencilla, accesible y económica.

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¿Por qué esto podría cambiar la forma en que realizamos la detección del Alzheimer?

Hoy en día, muchas personas no se hacen la prueba hasta que los problemas de memoria ya están afectando su vida diaria. Pero para entonces, el daño ya está muy avanzado. Detectar los problemas a tiempo podría abrir la puerta a nuevos tratamientos, o incluso permitir que las personas participen en ensayos clínicos mientras sus cerebros aún están en mejor forma.

Una prueba de olfato podría convertirse con el tiempo en una parte normal de los chequeos médicos para personas mayores de cierta edad, al igual que los controles de colesterol o presión arterial. También es posible que diferentes problemas olfativos ayuden a distinguir diferentes afecciones cerebrales: el Alzheimer suele causar dificultad para identificar olores, mientras que el Parkinson tiende a reducir el olfato en general.

Y como la prueba se puede realizar en casa, podría ayudar a personas en zonas con acceso limitado a especialistas. Esto hace que la detección temprana sea más realista para un grupo mucho más amplio de personas.

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El panorama general

Aún queda mucho por hacer antes de que este tipo de prueba se convierta en una práctica habitual. Pero es un paso emocionante. Demuestra que nuestro sentido del olfato podría hacer más que guiarnos hacia la comida o advertirnos sobre peligros: podría detectar silenciosamente cambios cerebrales mucho antes de que aparezcan problemas de memoria.

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