Gene Hackman (1930-2025) fue un actor estadounidense cuya carrera abarcó más de cuatro décadas y le valió dos Premios de la Academia, entre otros numerosos galardones. Considerado ampliamente como uno de los mejores actores de su generación, Hackman se forjó una reputación por su presencia cinematográfica robusta y sus interpretaciones emocionalmente sinceras. Su versatilidad se convirtió en su sello distintivo: a lo largo de su carrera, interpretó prácticamente todo tipo de personajes, desde detectives y militares duros hasta villanos corruptos y papeles cómicos, aportando una autenticidad natural a cada papel. La siguiente biografía narra la trayectoria de Hackman desde una educación modesta y el servicio militar hasta el estrellato en Hollywood, su vida personal tras bambalinas y el legado que dejó tras su jubilación.
Eugene “Gene” Hackman nació el 30 de enero de 1930 en San Bernardino, California. Su familia se mudó con frecuencia durante su infancia, estableciéndose finalmente en Danville, Illinois, en casa de su abuela. El padre de Hackman trabajaba como operador de imprenta de periódicos, pero abandonó a la familia cuando Gene tenía 13 años, dejando a su madre a cargo de él y de su hermano. De niño, Hackman encontró un escape en el cine y a los 10 años decidió que quería ser actor. "Actuar era algo que quería hacer desde los 10 años y vi mi primera película", recordó más tarde, citando a la estrella del Hollywood de antaño, Jimmy Cagney, como una de sus primeras influencias.
A los 16 años, Hackman se fue de casa y mintió sobre su edad para alistarse en el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, decidido a forjar su propio camino. Sirvió durante cuatro años y medio como operador de radio, pasando un tiempo en China y posteriormente en Japón durante la posguerra. Tras ser licenciado en 1951, Hackman experimentó diversos trabajos e incluso estudió brevemente periodismo y producción televisiva bajo la Ley del Soldado. Finalmente, su sueño de la infancia de actuar lo llevó al oeste, a California. En 1956, Hackman se matriculó en el Pasadena Playhouse para estudiar teatro, con la intención de convertir sus ambiciones en realidad.
Luchas y gran avance
En el Pasadena Playhouse, el talento de Hackman no fue reconocido de inmediato; de hecho, él y su compañero de clase Dustin Hoffman fueron elegidos en una ocasión como "los menos propensos al éxito" por sus compañeros. El rechazo solo avivó la determinación de Hackman. Se mudó a Nueva York, trabajó en obras de teatro de verano y fuera de Broadway, y consiguió pequeños papeles en cine y televisión para salir adelante. Su persistencia dio sus frutos cuando consiguió un papel en la obra de Broadway "Any Wednesday" en 1964, lo que le valió su primera aparición acreditada en el cine: Lilith (1964). El verdadero éxito de Hackman llegó unos años después con "Bonnie and Clyde" (1967), interpretando a Buck, el hermano del forajido Clyde Barrow. Su memorable actuación secundaria en ese clásico le valió a Hackman su primera nominación al Oscar. Repitió la hazaña con otra nominación al Oscar por "I Never Sang for My Father" (1970), consolidándose como un actor de carácter prometedor y profundo.
Ascenso al estrellato. La estrella de Hackman ascendió rápidamente a principios de la década de 1970. En 1971, fue elegido para interpretar al duro y astuto detective Jimmy "Popeye" Doyle en el thriller policial de William Friedkin, The French Connection. La película fue un triunfo de taquilla y crítica que le valió a Hackman el Premio de la Academia al Mejor Actor. Esto lo lanzó al estatus de protagonista de primer nivel. A lo largo de la década de 1970, Hackman demostró un estatus firme como actor principal popular con papeles en dramas aclamados como The Poseidon Adventure (1972), The Conversation (1974) de Francis Ford Coppola y Night Moves (1975). También mostró un don para la comedia en un breve pero divertido papel como un ermitaño ciego en Young Frankenstein (1974), y se aventuró en el territorio de los éxitos de taquilla interpretando al villano de cómics Lex Luthor junto a Christopher Reeve en Superman: The Movie (1978). La capacidad de Hackman para encarnar personajes tanto heroicos como villanos con la misma convicción subrayaba su notable alcance.
Momentos destacados de su carrera y reconocimiento
En la década de 1980, Gene Hackman era un pilar de Hollywood, conocido por sus excelentes interpretaciones. Protagonizó el conmovedor drama de baloncesto Hoosiers (1986), interpretando a un entrenador en busca de redención, un papel que desde entonces se ha convertido en un icono entre los aficionados al cine deportivo. En 1988, obtuvo otra nominación al Óscar a Mejor Actor por Mississippi Burning, interpretando a un agente del FBI que investigaba crímenes contra los derechos civiles en el Sur segregado. Hackman ganó su segundo Premio de la Academia, esta vez como Mejor Actor de Reparto, por su papel como "Little" Bill Daggett, un despiadado pistolero retirado convertido en sheriff en el western de Clint Eastwood, Los imperdonables (1992).
En la década de 1990, continuó alternando entre dramas intensos y comedias más ligeras, apareciendo en thrillers como Crimson Tide (1995) y comedias que encantaron al público como The Birdcage (1996), donde interpretó con audacia a un senador conservador que, sin querer, se vio arrastrado al caos cómico. En 2001, Hackman ganó un Globo de Oro por su interpretación de un excéntrico patriarca en la comedia coral de Wes Anderson, The Royal Tenenbaums, demostrando que incluso al final de su carrera podía sorprender tanto al público como a la crítica.
Últimos papeles y jubilación
Hackman siguió siendo un actor muy solicitado hasta principios de la década de 2000, reuniéndose con su viejo amigo Dustin Hoffman para el thriller legal Runaway Jury (2003). Oportunamente, en 2003, la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFA) le otorgó a Hackman el Premio Cecil B. DeMille a la trayectoria, en reconocimiento a sus destacadas contribuciones al entretenimiento. Tras interpretar al presidente de Estados Unidos en la comedia "Welcome to Mooseport" (2004), junto a Ray Romano, Hackman se retiró discretamente de la actuación. En una entrevista de 2004 con Larry King, reveló que no tenía nuevos proyectos en mente y que creía que su carrera como actor estaba prácticamente acabada. Confirmó oficialmente su retiro unos años después, alegando problemas de salud: un médico le había advertido que su corazón no era lo suficientemente fuerte para soportar el estrés del cine, lo que fue la gota que colmó el vaso. Con ello, Hackman se alejó de Hollywood tras aproximadamente 80 películas, dejando tras de sí una obra impecable.
Vida personal
Fuera de la pantalla, Gene Hackman llevó una vida bastante privada. Se casó con Faye Maltese en 1956, antes de que su carrera despegara, y la pareja tuvo tres hijos: un hombre y dos mujeres. La floreciente carrera cinematográfica de Hackman lo mantuvo a menudo en rodajes y fuera de casa mientras sus hijos crecían. Tras 30 años de matrimonio, él y Faye se divorciaron en 1986. Unos años más tarde, Hackman reencontró el amor con Betsy Arakawa, una pianista de formación clásica. Se conocieron a principios de los 80 y se casaron en 1991. La pareja se estableció en Santa Fe, Nuevo México, y disfrutaron de una vida alejada de los focos en una casa que diseñaron al estilo rústico del suroeste. Permanecieron fieles compañeros durante las tres décadas siguientes.
Más allá de la actuación, Hackman tenía una amplia gama de intereses. Era un ávido entusiasta de los deportes e incluso compitió como piloto de carreras amateur a finales de la década de 1970, llegando a ganar la carrera Pro/Celebrity del Gran Premio de Long Beach en 1980. Hackman también desarrolló una pasión por la arquitectura y el diseño de interiores: a lo largo de los años compró, renovó y vendió varias casas, dos de las cuales aparecieron en Architectural Digest por su diseño creativo. En entrevistas, bromeaba diciendo que disfrutaba más del proceso de reformas que de vender las casas. Para mantenerse en forma, Hackman empezó a montar en bicicleta y siguió siendo un ciclista dedicado hasta bien entrados los 90 años. Estas actividades al aire libre vislumbraron a un hombre que, a pesar de su fama, prefería las aficiones sencillas y prácticas, y apreciaba una vida normal con su familia y amigos.
Durante su jubilación, Hackman desapareció prácticamente de la vista pública, adoptando un estilo de vida más tranquilo en Nuevo México. Con una gran pasión por la narración, se reinventó como autor, coescribiendo varias novelas históricas de aventuras con el arqueólogo submarino Daniel Lenihan: Wake of the Perdido Star (1999), Justice for None (2004) y Escape from Andersonville (2008), seguidas de dos novelas en solitario en 2011 y 2013. También prestó ocasionalmente su distintiva voz a la narración de documentales, incluyendo proyectos sobre el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, pero rechazó ofertas para volver a la actuación.
Pasó sus últimos años disfrutando de la serenidad de su vida familiar con Betsy Arakawa, concediendo solo las raras entrevistas para reflexionar sobre su carrera y aclarar que no se arrepentía de haber dejado Hollywood atrás. Hackman falleció en febrero de 2025 a la edad de 95 años, lo que provocó una avalancha de homenajes que celebraban su vida y obra. En los Premios de la Academia de ese año, su colega actor Morgan Freeman lo honró como "un artista generoso cuyo talento elevó el trabajo de todos", señalando que sería "recordado como alguien que hizo un buen trabajo y mucho más".
Tales elogios resonaron en Hollywood, desde directores que se maravillaron con el talento de Hackman hasta actores más jóvenes inspirados por sus interpretaciones. La crítica lo aclamó como una figura clave de la era del Nuevo Hollywood.
The Guardian escribió que era "la estrella de cada escena en la que aparecía", captando la atención con naturalidad con un aura dura e inteligente que podía transformarse en una calidez vulnerable.
De hecho, el impacto de Gene Hackman en la industria cinematográfica fue profundo. Dejó un legado de películas clásicas y personajes imborrables que siguen impactando al público. Conocido por su profesionalismo y facilidad de conexión, Hackman es recordado hoy como una leyenda de Hollywood: un actor consumado cuya dedicación a su oficio y su capacidad para integrarse en cualquier papel marcaron un estándar que pocos pueden igualar. Su obra perdura como testimonio del poder de la interpretación sutil y honesta, asegurando que el nombre de Gene Hackman siga siendo sinónimo de excelencia en la gran pantalla para las generaciones venideras.