La filosofía Wabi-Sabi tiene dos temas principales:
Wabi: reconocer la belleza en la humildad y la sencillez. El aspecto Wabi nos invita a mantener un corazón abierto y desconectarnos de la ostentación y el materialismo para que podamos experimentar la riqueza espiritual en su lugar.
Sabi: el paso del tiempo y la forma en que todo crece, envejece y decae. El aspecto Sabi sugiere que en cada una de esas etapas hay una belleza propia, que a veces se esconde bajo la superficie y que tal vez no notemos si no lo intentamos.
Juntas, estas dos partes conforman una filosofía de vida completa que consiste en apreciar las cosas simples y aceptar los cambios que ocurren en la vida. Si sientes que esto falta en tu vida, las siguientes 5 lecciones son definitivamente para ti y te mostrarán cómo adoptar este enfoque y lo que realmente puede hacer por ti.
Esto es la aceptación completa de la realidad, sin tratar de resistir las cosas que no podemos influenciar. Cuanto antes aceptes las cosas malas (y las buenas) que trae la vida, más fácil será para ti. De esta manera encontrarás la verdadera libertad del sufrimiento y podrás crecer y desarrollarte como persona.
Todo esto se conecta con la idea de Wabi-Sabi porque nos enseña cómo estar en paz con la imperfección: aceptarla en lugar de tratar de luchar contra ella; encontrar la paz aquí y ahora en lugar de aferrarnos a lo que creemos que nos hará pacíficos, pero es inalcanzable. Cuanto más luches, más seguirás sufriendo, por lo que se recomienda dejarse llevar y liberarse del sufrimiento. No es lo mismo que rendirte, sino más bien como rendirte a la gravedad, algo que ya haces todos los días sin luchar. Así que cuando algo malo suceda, recuerda la palabra Okettamo.
Todo en nuestra realidad cambia y nada permanece completo, por lo que debemos renunciar a la idea de la “perfección”, porque no es alcanzable. Si te resulta difícil hacerlo, el enfoque Wabi-Sabi sugiere cambiar lo que consideras bello y bueno y atribuir el significado opuesto a la palabra “perfecto”: todo lo defectuoso, inferior, roto y equivocado. Estas palabras suenan negativas, pero piénsalo: ¿la búsqueda de la perfección te lleva a un lugar positivo?
A veces ni siquiera es nuestra propia opinión la que nos dice qué es bello y bueno, sino lo que la sociedad nos ha enseñado, y entonces nos encontramos persiguiendo ideas con las que quizás en el fondo no estemos realmente de acuerdo, lo que nos hace sentir menos dignos de ellas o disminuye nuestra motivación para alcanzarlas. Así que recuerda que la perfección no existe porque la imperfección es el estado natural de la vida y todo está “completo” tal como es. Recuerda que la imperfección no es un compromiso, sino simplemente la verdad tal como es.
Cuando un cuenco o una taza se rompen, no lo pensamos dos veces y los tiramos inmediatamente a la basura, pero quienes conocen el Wabi-Sabi saben que la rotura no es el final del recipiente, sino solo un nuevo comienzo. El enfoque Wabi-Sabi ayudó a crear un tipo de arte llamado "Kintsugi", que significa "carpintería dorada". En esta técnica, la cerámica rota se repara con resina y polvo de oro, plata o platino, no solo restaurando la forma de la vasija sino también dándole “cicatrices” hermosas y únicas. Esto hace que la imperfección de la vasija sea eterna, pero de alguna manera es más hermosa y especial de lo que era como pieza completa.
Esta técnica artística nos recuerda que incluso en lo que está roto y marcado hay belleza, y enfatiza cómo la determinación y la sabiduría pueden ayudarnos a aceptar los cambios que el tiempo trae a la vida. ¿Por qué ocultar las imperfecciones? Puedes resaltarlas con oro y celebrarlas. Nosotros también nos sentimos “rotos” a veces, ya sea física o emocionalmente. Pero no debemos ocultar nuestras cicatrices, debemos dejarlas brillar. Este enfoque nos recuerda que debemos perdonarnos por nuestros errores, aceptarlos e incluso ver las arrugas que aparecen con el paso de los años en nuestros rostros como un signo de una vida llena de sonrisas.
A veces es difícil ver la belleza que se esconde bajo la superficie, pero el truco es reducir la velocidad e intentar mantener un enfoque en el que la sencillez no sea necesariamente algo malo. Ambas cosas tienen efectos beneficiosos a largo plazo: reducir la velocidad te permite ser más consciente y agudiza tu autoconciencia. Te anima a hacerte preguntas importantes y, naturalmente, te ayuda a vivir en el presente en lugar de intentar vivir en el futuro. Cuando nos apresuramos demasiado, nos agotamos y solo demasiado tarde nos damos cuenta de nuestros errores. Por otro lado, si reduces la velocidad, puedes mantener tu mente y tu espíritu más agudos y tranquilos, analizando y resolviendo los problemas antes de que surjan o empeoren.
La sencillez, por otro lado, es la cura para quienes sienten que sus vidas son demasiado complicadas. En algún momento, todos queremos cambiar algo en nuestras vidas y, por lo general, la pregunta que surge en nuestras mentes es "¿qué debería agregar?". Pero a veces la pregunta debería ser "¿qué debería eliminar?". Por ejemplo, si te mudas a una nueva casa, no solo pienses en lo que necesitas comprar para ella, sino también en lo que puedes desechar si ya no lo necesitas. Esto también deberías hacerlo de vez en cuando en tu alma, deshaciéndote de ciertos hábitos para poder hacer espacio para nuevos hábitos, desarrollo personal y cambio. Deja ir lo que ya no te sirve y crea espacio para lo que sí.
Todos buscamos constantemente la felicidad, pero eso solo nos convierte en víctimas de nuestra propia búsqueda. No es necesario que persigamos el próximo éxito o la realización de nuestro mayor sueño para ser felices, porque ese no es el camino hacia la felicidad. Sí, nos traerá logros de los que podemos estar orgullosos e incluso puede mejorar nuestra vida de alguna manera, pero si esperamos que esto traiga felicidad a nuestro alma, solo nos quedará una sensación de vacío. Existe la ilusión de que una vez que alcancemos nuestro destino, todo encajará en su lugar y seremos felices para siempre, pero eso no es lo que sucede. Este enfoque es como jugar a la mancha con un fantasma que nunca se puede atrapar realmente.
Esta búsqueda constante de la felicidad nos ciega a lo que realmente es: solo otra emoción entre las muchas que experimentamos. Dado que nuestras emociones cambian constantemente, la felicidad no es algo que permanezca permanente; deja espacio para otras emociones y regresa cuando estas pasan. Aquí es donde entra en juego el enfoque Wabi-Sabi, que nos enseña a estar contentos con lo que tenemos y lo que nos sucede, incluidos los momentos felices y alegres, así como los tristes o frustrantes.
Según Wabi-Sabi y otras filosofías del Lejano Oriente, la fuente de nuestra infelicidad es la insatisfacción. Mientras queramos más o cosas diferentes, no seremos felices, y para alcanzar la verdadera felicidad, debemos decir gracias por lo que tenemos ahora. Por supuesto, está bien esperar que sucedan cosas buenas en el futuro y desearlas, pero no te obsesiones con ellas y esperes con tristeza su llegada. Mientras tanto, da gracias por todo lo que ya está aquí y es bueno. Esto nos lleva de nuevo en círculo al primer punto que aprendiste: la aceptación.