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Las Herramientas Del Analfabeto

El Redactor: Sandra F.
 

No había peor trabajo en la ciudad que ser portero de un prostíbulo.
Pero, ¿qué otra cosa podía hacer aquel hombre?
El caso es que nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad u ocupación.
Un día, un joven lleno de ideas, creativo y emprendedor, llegó como gerente del burdel y decidió modernizar el local.
Hizo cambios y llamó a los empleados para darles las nuevas instrucciones.
 
Al portero le dijo:
-A partir de hoy, usted, además de estar en la entrada, va a preparar un informe semanal donde registrará el número de personas que entran y sus comentarios y quejas sobre los servicios.
-Me encantaría hacerlo, señor -tartamudeó-. - Pero no sé leer ni escribir.
- Ah, ¡lo siento mucho! Pero si es así, ya no puedes trabajar aquí.
- Pero señor, no puede despedirme, he trabajado en esto toda mi vida, no sé hacer otra cosa.
- Mire, lo entiendo, pero no puedo hacer nada por usted. Le daremos una buena indemnización y espero que encuentre algo que hacer. Lo siento y buena suerte.
Dicho esto, dio media vuelta y se marchó.
 
El portero sintió como si el mundo se le viniera abajo. ¿Qué hacer?
Recordó que en el prostíbulo, cuando se rompía una silla o una mesa, él las arreglaba, con cuidado y cariño.
Pensó que ésta podría ser una buena ocupación para conseguir trabajo.
Pero lo único que tenía eran unos clavos oxidados y una pinza en mal estado.
Con el dinero de la indemnización se compraría una caja de herramientas completa.
No había ninguna ferreteria en el pueblo, tendría que viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a comprar. Y así lo hizo.

 
El Portero Del Prostíbulo
A su regreso, un vecino llamó a su puerta:
- Vengo a preguntarte si tienes un martillo para prestarme.
- Sí, acabo de comprarlo, pero lo necesito para trabajar, porque....
- Bueno, pero se lo devolveré mañana muy temprano.
- Si es así, está bien. A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino llamó a la puerta y dijo: "Mira, todavía necesito el martillo:
- Mira, todavía necesito el martillo, ¿por qué no me lo vendes?
- No, lo necesito para trabajar y, además, la ferretería más cercana está a dos días de camino en mula.
- Hagamos un trato -dijo el vecino-.
Te pagaré los días de viaje de ida y vuelta, más el precio del martillo, ya que ahora no tienes trabajo. ¿Qué te parece?
En realidad, esto le daría trabajo para dos días más y aceptó.
Volvió a montar en su mula y se marchó.
A su regreso, otro vecino le esperaba en la puerta de su casa.
- Hola, vecino. Le has vendido un martillo a nuestro amigo.
Necesito algunas herramientas, estoy dispuesto a pagarte los días de viaje y un poco más de ganancia para que me las compres, porque no tengo tiempo de viajar para hacer las compras.
¿Qué te parece?
El antiguo conserje abrió su caja de herramientas y su vecino eligió un alicate, un destornillador, un martillo y un cincel. Pagó y se fue. Y nuestro amigo se quedó con las palabras que oyó: "No tengo tiempo de desplazarme para hacer la compra".
Si es así, muchos le exigirán que viaje y lleve herramientas.
En el siguiente viaje, arriesgó un poco más de dinero, trayendo más herramientas de las que había vendido.
De hecho, pudo economizar un poco de tiempo en los viajes.
La noticia empezó a correr por el pueblo y muchos, deseosos de economizar el viaje, hicieron pedidos.
Ahora, como vendedor de herramientas, viajaba una vez a la semana y traía de vuelta lo que sus clientes necesitaban.
Con el tiempo, alquiló un cobertizo para guardar las herramientas y, unos meses más tarde, compró un escaparate y una vitrina y transformó el cobertizo en la primera ferretería del pueblo.
Todo el mundo estaba contento y compraba allí. Ya no viajaba, los fabricantes le enviaban pedidos. Era un buen revendedor. Con el tiempo, la gente de los pueblos cercanos prefería comprar en la ferretería, en lugar de tener que pasar días viajando.
Un día se acordó de un amigo suyo que era tornero y herrero y pensó que podría fabricar las cabezas de los martillos.
Y luego, por qué no, destornilladores, alicates, cutters, etc. ....
Y luego estaban los clavos y los tornillos....
El Portero Del Prostíbulo
En pocos años se convirtió, gracias a su trabajo, en un rico y próspero fabricante de herramientas.
Un día decidió donar una escuela al pueblo.
Allí, además de leer y escribir, los niños aprendían un oficio.
El día de la inauguración de la escuela, el alcalde le entregó las llaves del pueblo, lo abrazó y le dijo:
- Con gran orgullo y gratitud le pedimos que nos conceda el honor de estampar su firma en la primera página del libro de actas de esta nueva escuela.
- El honor seria mio, dijo el hombre. Me complacería mucho firmar ese libro, pero no sé leer ni escribir, soy analfabeto.
- ¿Es usted analfabeto? dijo el alcalde incrédulo. ¿Construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Esto es increíble. Y preguntó:
- ¿Qué habría sido de ti si hubieras sabido leer y escribir?
- Puedo responder a eso, dijo el hombre con calma: - Si supiera leer y escribir... seguiría siendo el PORTERO DEl PROSTÍBULO.

Esta historia es verdadera, y se refiere a un gran industrial llamado ... Valentin Tramontina , fundador de Industrias Tramontina, que hoy cuenta con 10 fábricas, 5.500 empleados, produce 24 millones de unidades diversas por mes y exporta con su propia marca a más de 120 países - es la única empresa brasileña en esta condición.
  • Las oportunidades suelen verse como adversidades.
  • Las adversidades pueden ser bendiciones.
  • Las crisis están llenas de oportunidades.
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