Es seguro asumir que la mayoría de la población tomó antibióticos al menos una vez en su vida. La mayoría está familiarizada con nombres como amoxicilina, tetraciclina y, ciertamente, penicilina, y todos hemos oído hablar de la fascinante historia de Alexander Fleming que marcó el comienzo de una nueva era en la medicina al descubrir accidentalmente los antibióticos en 1929.
La invención de los antibióticos es nada menos que un milagro. Pero mientras leemos este fascinante relato histórico, a menudo nos olvidamos de preguntar: ¿qué son los antibióticos y cómo funcionan? Estas son las preguntas que investigaremos en este artículo, y te aseguramos que esta historia no deja de ser fascinante.
Entonces, ¿qué es un antibiótico?
Por lo general, nos referimos a ellos como antibióticos, pero hay otro nombre para estos medicamentos, antibacterianos, que llega al fondo de lo que son los antibióticos. Como sugiere su nombre, los antibacterianos son medicamentos que combaten las infecciones bacterianas y lo hacen matando o evitando que las bacterias se multipliquen e infecten aún más el cuerpo. Antes de que se inventaran estos medicamentos que salvan vidas, las infecciones bacterianas causaban alrededor del 30% de todas las muertes humanas.
Pero no todas las enfermedades infecciosas son causadas por bacterias. Otros patógenos, como virus, hongos y priones, por nombrar algunos, también pueden penetrar las defensas del sistema inmunológico y causar estragos en el cuerpo humano. Los antibióticos no combatirán estos patógenos. Como nota al margen, algunos antibióticos se usan en estos otros tipos de infecciones porque pueden reducir la inflamación, así que no te sorprendas si te recetan un antibiótico incluso si no tienes una infección bacteriana.
Los antibióticos están disponibles en varias formas: píldoras, cápsulas, cremas y líquidos. La mayoría de estos antibióticos son de venta con receta, pero algunas cremas tópicas o ungüentos que contienen antibióticos se pueden comprar sin receta.
Hoy en día, hay cientos de antibióticos y los científicos continúan desarrollando nuevos para combatir la resistencia a los antibióticos cada año. Algunos de estos antibióticos, como la penicilina, nuestro viejo conocido, actúan contra un amplio espectro de enfermedades, mientras que otros tienen un uso más específico. Los médicos suelen preferir el espectro reducido para reducir el riesgo de resistencia a los antibióticos.
Los antibióticos se prescriben para todas las infecciones bacterianas. Aquí están algunos ejemplos:
- Faringitis estreptocócica
- Infecciones de los senos paranasales y del oído
- Infecciones del tracto urinario
- Diarrea bacteriana
- Neumonía
- Sepsis
La gran mayoría de los antibióticos se derivan de compuestos naturales producidos por hongos o bacterias. El primer antibiótico, la penicilina, por ejemplo, se sintetizó a partir de moho que crecía en una placa de Petri. Los microorganismos como el moho de la penicilina producen compuestos llamados metabolitos secundarios. Las bacterias y los hongos los producen naturalmente para defenderse del medio ambiente, y es un proceso increíblemente intrincado y complejo.
De hecho, estos organismos microscópicos son tan buenos para producir compuestos antibióticos que muchos laboratorios los usan para fermentar y producir antibióticos hasta el día de hoy. Por ejemplo, el antibiótico vancomicina que se usa para tratar la colitis y otras infecciones graves se fabrica dejando que la bacteria Amycolatopsis orientalis fermente en condiciones controladas y luego aislando el compuesto antibacteriano, mejorándolo aún más en el laboratorio.
No todos los antibacterianos se producen de esta manera. Los compuestos activos de los antibióticos como el sulfametoxazol o la ciprofloxacina, por ejemplo, se producen artificialmente mediante una serie de reacciones químicas.
Ciertos antibióticos atacan directamente a la bacteria y desactivan su capacidad de renovar su pared celular, esencialmente matando al patógeno. Estas paredes celulares son vitales para proteger a la bacteria contra las duras condiciones dentro del cuerpo humano. Los medicamentos como la penicilina y la vancomicina funcionan de esta manera. Estos antibióticos se conocen como bactericidas porque matan a las bacterias.
Otros antibióticos simplemente evitan que la bacteria se multiplique al desactivar la capacidad del patógeno para replicar su ADN y ARN. Las quinolonas, un grupo de antibióticos que incluyen ciprofloxacina (Cipro), funcionan de esta manera. Cipro es un antibiótico común que se usa en neumonía, infecciones de la piel, fiebre tifoidea, diarrea infecciosa y muchos otros tipos de infecciones.
Otro ejemplo son los antibióticos como la tetraciclina, un medicamento común para el acné, que evita que la bacteria sintetice nuevas proteínas. Esto a su vez hace que las bacterias no puedan reproducirse y llevar a cabo otras actividades vitales. Todos estos antibióticos que funcionan esterilizando bacterias se conocen como antibióticos bacteriostáticos.
Aún así, otros antibacterianos interfieren con varias partes y funciones de las células bacterianas, e incluso hay antibióticos que matan las bacterias y evitan que se propaguen. El tipo de medicamento recetado a un paciente específico dependerá de la extensión y el tipo de infección bacteriana.
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La rapidez con la que su cuerpo responde al medicamento también depende del tipo de infección. Es por eso que algunos planes de tratamiento con antibióticos deben tomarse durante semanas o incluso meses, mientras que otros consisten en una sola dosis. Por ejemplo, la fosfomicina, un medicamento recetado para algunas infecciones del tracto urinario, requiere una dosis única, mientras que la amoxicilina generalmente se prescribe durante una semana. Solo un médico podrá determinar el régimen de tratamiento adecuado para usted.
Es muy importante completar el ciclo completo de antibióticos, incluso si comienzas a sentirte mejor de antemano. Si suspendes el medicamento demasiado pronto, es posible que no se eliminen suficientes bacterias de tu cuerpo y que la enfermedad regrese, y con mayor fuerza.
Recuerda que los antibióticos solo son efectivos cuando los usas según las indicaciones. Si tienes alguna duda sobre el uso de un antibiótico específico que te hayan recetado, consulta a tu médico o farmacéutico. Te explicarán si debes tomar un antibiótico específico con el estómago vacío o con alimentos, lo que te ayudará a prevenir efectos secundarios desagradables como náuseas o malestar estomacal.
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Fuentes: Healthline, Live Science, Mental Floss, Insider