1. Aceites y frituras
Todos los aceites de cocina, ya sean de origen vegetal como el aceite de oliva o de aguacate o los aceites de origen animal como la mantequilla o la grasa, cambian su composición química cuando se exponen a altas temperaturas. Mientras fríe o asa alimentos, las grasas insaturadas saludables presentes en los aceites se convierten en grasas trans, un tipo de ácido graso asociado con la inflamación y las enfermedades cardíacas.
Ahora, diferentes tipos de aceites inician esta transformación a diferentes temperaturas. Los aceites con un alto punto de humo, como el aceite de maní o de semilla de uva, son más resistentes al calor que los que tienen un punto de humo bajo, como el aceite de oliva virgen o el aceite de semilla de calabaza. Cuanto más recaliente estos aceites, mayor será el porcentaje de grasas trans.
Es por eso que debes evitar recalentar alimentos fritos varias veces, o en absoluto, si es posible. Por la misma razón, es importante evitar reutilizar los restos de aceite o grasa en la sartén. Limpia la sartén con una toalla de papel o lávala antes de cada uso.
2. Huevos cocidos
Un tipo de comida que definitivamente se disfruta mejor fresca son los huevos cocidos. Recalentar huevos parece una práctica extraña, pero en realidad lo está haciendo con más frecuencia de lo que cree porque los huevos son el ingrediente principal en muchos alimentos, como quiches y guisos. Los nutrientes que se ven afectados en los procesos de cocción y recalentamiento son los antioxidantes presentes en los huevos, a saber, luteína y zeaxantina. Ambos antioxidantes protegen los ojos de los rayos UV, reduciendo así el riesgo de cataratas y degeneración macular.
Como regla general, es importante comer huevos cocidos lo más rápido posible. La FDA advierte contra el consumo de huevos refrigerados o guardados en la cocina por más de 2 horas. Esto se debe a que los huevos son una fuente común de enfermedades transmitidas por los alimentos causadas por la bacteria Listeria.
3. Patatas
Comer una ración de patatas del día anterior no es un gran problema para la mayoría de las personas. Sin embargo, si decides hacerlo, debes tener en cuenta que se perderán algunas de las importantes vitaminas presentes en este tubérculo. Los estudios muestran que las verduras ricas en vitaminas solubles en agua como la vitamina C, por ejemplo, pierden una cantidad significativa de estas vitaminas cuando se cocinan o recalentan.
Comer una papa mediana recalentada le proporcionará mucho menos de los 27 mg esperados de vitamina C, que es aproximadamente el 45% del valor diario recomendado de la vitamina.
Al igual que los huevos cocidos, las patatas también pueden albergar microbios potencialmente peligrosos, a saber, Clostridium botulinum, la bacteria que causa la infección potencialmente mortal llamada botulismo. Evita comer papas que tengan más de un día y coloque las papas recién cocidas en el refrigerador lo antes posible.
4. Verduras ricas en nitratos
Ejemplos de verduras que contienen muchos nitratos son las zanahorias, el apio, la remolacha, la espinaca y otras verduras de hoja. Estos productos químicos tienen mala reputación, pero los nitratos están presentes de forma natural en el cuerpo humano y son beneficiosos para la salud de nuestro corazón y el rendimiento físico. Dicho esto, la exposición de alimentos ricos en nitratos a altas temperaturas convierte a algunos de ellos en compuestos llamados nitrosaminas, un carcinógeno conocido.
El Consejo Europeo de Información Alimentaria incluso emitió una advertencia pública contra el recalentamiento de espinacas por esta misma razón. Idealmente, debes comer estas verduras crudas, pero si debes cocinarlas, hazlo a fuego lento o medio y resiste recalentarlas.
5. Pescados y mariscos
Tanto el pescado como el marisco se disfrutan mejor frescos, y hay muchas razones para cumplir con esa regla. En primer lugar, debe saber que el pescado recalentado es significativamente más bajo en vitamina B6 que el pescado recién cocido porque esta vitamina se encuentra entre los nutrientes más sensibles al calor que existen. Muchas personas optan por comer pescado para obtener más vitaminas B. Si ese eres tú, resiste recalentarlo.
Además, la FDA recomienda desechar cualquier pescado o marisco que haya estado fuera del refrigerador durante más de una o dos horas debido a los riesgos de intoxicación alimentaria. Entonces, la apuesta más segura es comer pescado fresco. Y además, incluso los mariscos y pescados blancos más delicados tendrán un sabor gomoso y duro después de recalentarlos. Así que es mejor saltarse las sobras de mariscos.
6. Hongos
El Consejo Europeo de Información Alimentaria también desaconseja el recalentamiento de setas. Los hongos son ricos en proteínas, pero estas proteínas tienden a deteriorarse muy rápidamente en el proceso de cocción o recalentamiento. Las enzimas y las bacterias continúan destruyendo estas proteínas aún más si se mantienen a temperatura ambiente.
El consumo de estos hongos puede provocar dolor de estómago y problemas digestivos, así que no conserves los hongos que tengan más de 1 o 2 días de edad y, preferiblemente, disfrútelos fríos.
7. Risotto
El risotto recalentado es muy desagradable: la pegajosidad del arroz aumenta, convirtiendo el risotto de suave como la seda a parecido al pegamento. Pero esa no es la única razón por la que no debes guardar las sobras de risotto en el refrigerador. Por un lado, el arroz recalentado es una causa común de enfermedades transmitidas por los alimentos. Esto se debe a que un porcentaje significativo de arroz crudo contiene Bacillus cereus, un patógeno que comúnmente causa intoxicación alimentaria.
Aparte de eso, el risotto suele incluir otros ingredientes que se echan a perder muy rápidamente, como los champiñones y los lácteos. Por lo tanto, es mejor tirar cualquier risotto sobrante directamente a la basura.
8. Pollo
Cuando cocinas un pollo entero, es difícil comer el ave entera de una sola vez. Aún así, la FDA y las agencias de salud de todo el mundo desaconsejan mantener el pollo en el refrigerador durante más de 3 días y recalentarlo varias veces por problemas digestivos.
El pollo recalentado debe alcanzar la temperatura de 73 ° C (165 ° F) en todas sus partes antes de su consumo. Use un termómetro para alimentos para medir la temperatura en diferentes lugares después de recalentar el pollo. Para evitar recalentar el mismo ave varias veces, divide el pollo sobrante en porciones separadas inmediatamente después de cocinarlo. De esta manera, deberá recalentar cada pieza solo una vez.
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