La mayoría de las personas no piensan dos veces en la sal que usan todos los días. Ya sea que se espolvoree en las comidas o se mezcle en las recetas, es un alimento básico en las cocinas de todo el mundo. Sin embargo, el exceso de sodio en la dieta se ha relacionado con la presión arterial alta, lo que aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ahora recomienda un cambio simple: reemplazar la sal de mesa común con sal enriquecida con potasio.
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Durante décadas, los expertos en salud han recomendado reducir el sodio, pero hacer ese cambio ha sido un desafío. Muchos alimentos procesados tienen un alto contenido de sal, y reducir el sodio a menudo significa alterar el sabor de los platos familiares. La sal enriquecida con potasio ofrece una alternativa práctica, manteniendo el mismo efecto de condimento al tiempo que proporciona beneficios adicionales para la salud.
El sodio es esencial para las funciones corporales, pero la ingesta excesiva se ha relacionado desde hace mucho tiempo con riesgos para la salud. Según estimaciones de la OMS, casi 1,9 millones de muertes en todo el mundo cada año están asociadas con un alto consumo de sodio. La organización recomienda limitar la ingesta diaria de sodio a 2 gramos (aproximadamente una cucharadita de sal). Sin embargo, muchas personas consumen más del doble de esa cantidad.
La ingesta elevada de sodio contribuye a la hipertensión, una afección que afecta a uno de cada tres adultos en algunos países. Con el tiempo, esto aumenta la probabilidad de sufrir problemas de salud graves, como accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos y enfermedades renales. A pesar de los esfuerzos mundiales por reducir el consumo de sodio, la mayoría de los países aún no alcanzan los objetivos establecidos para reducir la ingesta de sodio para 2030.
La sal enriquecida con potasio es una alternativa en la que parte del cloruro de sodio se reemplaza con cloruro de potasio. El potasio es un mineral clave que favorece la función nerviosa, las contracciones musculares y la salud cardíaca. Las frutas y verduras frescas son naturalmente ricas en potasio, pero muchas personas no consumen suficiente cantidad de estos alimentos.
Reemplazar la sal común por versiones enriquecidas con potasio ofrece dos beneficios: reduce la ingesta de sodio y aumenta el consumo de potasio. Los estudios sugieren que esta combinación puede ayudar a reducir la presión arterial y reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular y muerte prematura. Las investigaciones también indican que la adopción a gran escala de sal enriquecida con potasio podría prevenir cientos de miles de muertes cada año, particularmente en regiones con alto consumo de sodio.
Una de las principales razones por las que este cambio es prometedor es su practicidad. A diferencia de la reducción estricta de sodio, que puede requerir cambios importantes en la preparación de los alimentos, la sal enriquecida con potasio se puede utilizar igual que la sal común. Su aspecto, sabor y funcionamiento son similares, lo que hace que sea más fácil de adaptar para las personas y los fabricantes de alimentos.
Un importante estudio que hizo un seguimiento del uso a largo plazo de la sal enriquecida con potasio descubrió que más del 90 % de los participantes seguían usándola después de cinco años. El cambio gradual significó que las personas pudieron mantener el sabor al que estaban acostumbradas y, al mismo tiempo, mejorar su salud.
Si bien la sal enriquecida con potasio tiene beneficios potenciales, existen obstáculos para su adopción generalizada. Una preocupación es el costo: el cloruro de potasio es más caro de producir que el cloruro de sodio, lo que hace que el producto sea más caro en muchas regiones. Actualmente, estas sales se comercializan como productos sanitarios especiales y, en algunos países, pueden costar hasta 15 veces más que la sal común.
Otro problema es la disponibilidad. Un estudio reveló que las sales con bajo contenido de sodio se venden principalmente en los países más ricos, lo que deja a muchas poblaciones sin acceso a ellas. Ampliar la producción y colocar sal enriquecida con potasio junto con la sal común en los supermercados facilitaría el cambio a los consumidores.
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Además, para las personas con enfermedad renal avanzada, el aumento de la ingesta de potasio puede ser perjudicial. Las personas con enfermedades renales avanzadas pueden tener dificultades para regular los niveles de potasio, por lo que los productos necesitan un etiquetado claro para garantizar que se utilizan adecuadamente.
Si bien las elecciones individuales son importantes, los alimentos procesados representan una gran parte de la ingesta de sodio. En países como Australia, aproximadamente el 80% de la sal que consumen las personas proviene de alimentos envasados en lugar de cocinados en casa. Las pautas de la OMS se centran en el uso individual, pero para que tengan un impacto real, los fabricantes de alimentos también deben adaptarse.
Alentar a las empresas a reemplazar la sal común con alternativas enriquecidas con potasio en los alimentos procesados podría tener un impacto más amplio. Los gobiernos y las organizaciones de salud pueden necesitar trabajar con la industria alimentaria para promover este cambio, haciendo que las opciones con menor contenido de sodio sean más accesibles a mayor escala.
Cambiar a la sal enriquecida con potasio es un cambio pequeño con el potencial de brindar beneficios generalizados para la salud. Si bien existen desafíos en cuanto a asequibilidad y disponibilidad, los esfuerzos continuos para hacer que esta opción sea más común podrían llevar a una disminución de los casos de presión arterial alta, enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.
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Para quienes buscan reducir la ingesta de sodio sin comprometer el sabor, la sal enriquecida con potasio ofrece una alternativa prometedora. Con una mayor conciencia y acceso, este simple cambio podría marcar una diferencia significativa en la salud mundial.