La trombosis venosa profunda (TVP) es una afección médica en la que se forma un coágulo de sangre en una vena profunda, generalmente en las piernas. Esto puede provocar dolor, hinchazón y, en casos graves, puede hacer que los coágulos se suelten y viajen a órganos vitales, como los pulmones, lo que provoca complicaciones potencialmente mortales. Reconocer los factores que aumentan el riesgo de TVP y adoptar medidas preventivas es crucial para mantener la salud vascular.
Factores de riesgo de TVP
Estos son los factores que pueden elevar su riesgo de desarrollar TVP:
- Historia familiar: una predisposición genética a la TVP es significativa. El riesgo aumenta aún más si ambos padres tienen antecedentes de la afección.
- Edad: la probabilidad de sufrir TVP aumenta con la edad, especialmente en personas mayores de 40 años.
- Inmovilidad prolongada: los períodos prolongados de inmovilidad, como el reposo en cama debido a una hospitalización o vuelos de larga duración, pueden aumentar significativamente el riesgo de TVP. Cuando los músculos no están activos, el flujo sanguíneo en las venas profundas de las piernas se ralentiza, lo que facilita la formación de coágulos. Por eso es fundamental tomar descansos, moverse y estirarse con regularidad cuando se está sentado por mucho tiempo o cuando se está confinado en una cama o silla durante períodos prolongados.
- Género y edad: los hombres de entre 45 y 60 años son ligeramente más susceptibles a la TVP. Sin embargo, el riesgo de las mujeres puede aumentar durante el embarazo debido a los cambios hormonales.
- Factores genéticos: las predisposiciones genéticas desempeñan un papel importante en el riesgo de desarrollar TVP. Condiciones como la mutación del factor V Leiden aumentan la tendencia de la sangre a coagularse. Si bien es posible que un solo factor genético no cause TVP por sí solo, en combinación con otros riesgos, puede aumentar significativamente la probabilidad de formación de coágulos. Conocer los antecedentes familiares y hablar sobre pruebas genéticas con un proveedor de atención médica puede ayudar a evaluar y controlar este riesgo.
- Embarazo y terapia hormonal: los niveles elevados de estrógeno durante el embarazo o debido a medicamentos a base de hormonas pueden aumentar el riesgo de coagulación. Además del embarazo, otras afecciones y medicamentos que alteran los niveles hormonales también pueden elevar el riesgo de TVP. Esto incluye la terapia de reemplazo hormonal y ciertos tipos de anticonceptivos. El aumento de estrógeno puede hacer que la sangre sea más propensa a coagularse. Es esencial que las personas que se someten a estos tratamientos consulten con sus proveedores de atención médica sobre su riesgo específico y las posibles medidas preventivas.
- Trastornos de la coagulación: los trastornos inherentes de la coagulación sanguínea pueden provocar una sangre anormalmente espesa.
- Obesidad: la obesidad es un factor de riesgo importante de TVP. El exceso de peso, especialmente alrededor del abdomen, puede ejercer una presión adicional sobre las venas de la pelvis y las piernas, impidiendo el flujo de sangre de regreso al corazón. Esto puede provocar acumulación de sangre y formación de coágulos. Además, la obesidad altera la composición química de la sangre, aumentando su propensión a coagularse. Controlar el peso mediante dieta, ejercicio y cambios en el estilo de vida puede ayudar a reducir el riesgo de TVP y mejorar la salud general.
- Condiciones de salud: Enfermedades como enfermedades cardíacas, pulmonares, inflamatorias intestinales y cáncer pueden elevar el riesgo de TVP.
- Lesión o cirugía: el trauma físico, como una fractura ósea o una lesión muscular, puede dañar los vasos sanguíneos y provocar la formación de coágulos. De manera similar, las cirugías, particularmente las que involucran el abdomen, la pelvis, la cadera o las piernas, pueden aumentar el riesgo de TVP debido a la inmovilidad durante la recuperación y el posible daño a los vasos sanguíneos. Tomar medidas preventivas, como el uso de medias de compresión o medicamentos anticoagulantes recomendados por los médicos, puede ayudar a reducir este riesgo.
- Enfermedades crónicas: ciertas afecciones crónicas, como enfermedades cardíacas, cáncer y enfermedad inflamatoria intestinal, pueden aumentar el riesgo de TVP. Estas enfermedades pueden alterar el flujo sanguíneo, contribuir a la inflamación y afectar la capacidad de coagulación de la sangre. Por ejemplo, el cáncer y sus tratamientos pueden aumentar los factores de coagulación en la sangre, mientras que las enfermedades cardíacas pueden provocar una reducción de la movilidad y del flujo sanguíneo. Manejar estas condiciones con la guía de profesionales de la salud es crucial para minimizar el riesgo de TVP.
- Enfermedades inflamatorias: afecciones como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) no solo alteran el tracto digestivo sino que también contribuyen a una respuesta inflamatoria sistémica. Este estado de inflamación elevada puede aumentar el riesgo de formación de coágulos sanguíneos. Controlar la inflamación mediante tratamientos adecuados y cambios en el estilo de vida es fundamental.
Estrategias para reducir el riesgo de TVP
Si bien algunos factores de riesgo de TVP no se pueden modificar, varias estrategias pueden ayudar a mitigar el riesgo:
- Evita la inmovilidad prolongada: párete, estírate o camina al menos cada 2 horas. Realiza ejercicios sencillos para las piernas incluso mientras está sentado. Si trabajas en un escritorio o realizas actividades que requieren estar sentado durante períodos prolongados, integra descansos breves en tu rutina. Utiliza un cronómetro como recordatorio para levantarte o estirarte cada hora. Incluso los movimientos mínimos, como círculos con los tobillos o movimientos con los pies, pueden estimular el flujo sanguíneo en las piernas.
- Movilidad posquirúrgica: después de la cirugía, en particular las operaciones que involucran el abdomen, la pelvis, la cadera o las piernas, es crucial comenzar a moverte tan pronto como te lo indique el médico. Se pueden realizar ejercicios suaves, como flexiones de tobillos, flexiones de rodillas y levantamientos de piernas, incluso en la cama. Estos movimientos ayudan a mantener la circulación y prevenir la formación de coágulos sanguíneos.
- Consulta médica: habla con un proveedor de atención médica sobre la posible necesidad de anticoagulantes o medias de compresión si tienes un alto riesgo.
- Precauciones de viaje: durante vuelos largos o viajes en automóvil, procura pararte o caminar cada dos horas. Elige asientos que ofrezcan más espacio para las piernas cuando sea posible y realiza ejercicios sentado, como levantar los pies o doblar las rodillas. Usar ropa holgada y cómoda y mantenerte hidratado es fundamental, evitando al mismo tiempo el alcohol y la cafeína, que pueden provocar deshidratación.
- Mantente activo: la actividad física regular es beneficiosa para la salud en general y desempeña un papel clave en la prevención de la TVP. Actividades como caminar, nadar o andar en bicicleta mejoran la circulación y la salud de las venas. Intenta realizar al menos 30 minutos de ejercicio moderado la mayoría de los días de la semana. Incluso las personas con movilidad limitada pueden encontrar ejercicios adecuados para mantener el flujo sanguíneo eficiente.
- Gestión de la salud: abordar la obesidad, dejar de fumar y controlar las enfermedades crónicas son pasos cruciales para reducir el riesgo de TVP.
- Ajustes en el estilo de vida: para las personas con sobrepeso, perder peso puede reducir significativamente la presión sobre las venas de las piernas y mejorar el flujo sanguíneo. Dejar de fumar también es fundamental, ya que fumar afecta la circulación sanguínea y aumenta el riesgo de coagulación. Controlar enfermedades crónicas como la diabetes, la presión arterial alta y las enfermedades cardíacas mediante medicamentos, dieta y ejercicio es vital para reducir el riesgo de TVP.
- Controles de salud proactivos: para aquellas personas con un alto riesgo de TVP, los controles y exámenes periódicos pueden salvarles la vida. Esto incluye monitorear cualquier signo de trastornos de la coagulación, revisar los impactos de los medicamentos y evaluar la necesidad de medidas preventivas como prendas de compresión o anticoagulantes.