Imagina esto. Estás leyendo tu libro favorito mientras alguien come a tu lado. El ruido de su masticación te distrae. Al principio intentas no prestarle atención y centrarte en tu libro, pero cada vez te resulta más difícil porque se te eriza la piel con cada bocado que dan. Sientes cómo el sonido de cada bocado aplastado entre sus dientes te recorre el cuerpo. Ya no puedes ignorarlo y quieres gritarles.
¿Te ha pasado alguna vez algo parecido? ¿Eres de los que se molestan fácilmente por simples sonidos cotidianos como masticar fuerte, ruidos molestos en la boca, resoplar o roncar? Son características de una enfermedad conocida como misofonía.
La misofonía se describe como una intensa aversión u odio a determinados sonidos. También conocido como síndrome de sensibilidad selectiva al sonido, el nombre "misofonía" viene del griego y significa "odio al sonido".
Este fenómeno puede desencadenarse por ruidos como masticar, dar golpecitos con el bolígrafo, moquear, roncar o rascarse, lo que provoca una molestia extrema y, a veces, incluso una frustración abrumadora. Otros sonidos adversos son el golpeteo del teclado o de los dedos, o el sonido de los limpiaparabrisas. A veces, la causa también puede ser un pequeño movimiento repetitivo, como el de alguien que se mueve inquieto, te empuja o mueve el pie.
Aunque es normal que a uno le molesten los ruidos fuertes, para las personas que padecen misofonía algunos sonidos son más que desagradables. Ciertos ruidos pueden resultarles francamente insoportables e interferir en su capacidad para llevar una vida normal. De hecho, algunos desencadenantes pueden incomodar a los misofónicos hasta el punto de que empiecen a evitar a determinadas personas y situaciones.
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Las personas que padecen misofonía suelen sentirse avergonzadas y son reacias a hablar de ello con los demás. Los expertos aún no se han puesto de acuerdo sobre los criterios específicos para diagnosticar la misofonía. Sin embargo, reconocen que es un problema real con graves implicaciones para la salud mental y el bienestar.
La misofonía es un trastorno identificado desde hace poco tiempo, y el término se utilizó por primera vez en el año 2000.
La misofonía afecta aproximadamente al 20% de las personas en algún grado. Sus síntomas giran en torno a la forma de reaccionar ante sonidos desencadenantes. Todas las reacciones parecen estar impulsadas por instintos naturales de "lucha o huida". Como resultado, son posibles las siguientes reacciones:
* Angustia emocional
* Ira, rabia o asco
* Sentimientos de molestia o irritación
* Nerviosismo o inquietud
* Sensación de ansiedad o pánico
* Aumento del ritmo cardíaco, la presión arterial y la temperatura
* Molestias en el pecho u opresión en todo el cuerpo
Afrontar los síntomas del trastorno puede ser duro. Cuando los síntomas son leves, es posible que sólo note reacciones emocionales y físicas. Los estudios demuestran que un caso grave de síntomas puede dar lugar también a respuestas conductuales, como:
* Abandonar la zona cuando se oye un sonido desencadenante.
* Gritar a la persona que ha hecho el ruido.
* Alejarse de situaciones en las que puedan producirse sonidos desencadenantes.
* Volverse físicamente agresivo con objetos como resultado del ruido.
Las personas que padecen misofonía pueden llegar a estresarse y sentirse incómodas simplemente pensando en encontrarse con sonidos que desencadenan su enfermedad. En resumen, la misofonía puede causar trastornos importantes en la vida cotidiana de una persona.
Cualquier sonido puede desencadenar la misofonía, que puede variar de una persona a otra. Es importante señalar que la misofonía puede comenzar como una reacción a un sonido específico, pero con el tiempo puede desencadenarse por otros sonidos.
Los investigadores de Ámsterdam identificaron los siguientes factores como los desencadenantes más frecuentes de la misofonía.
* Sonidos al comer, como masticar, crujir, sorber o tragar.
* Sonidos respiratorios o nasales fuertes, como ronquidos, mocos o sonarse la nariz.
* Sonidos de dedos o manos, como golpear los dedos de las manos o los pies, chasquear un bolígrafo, teclear en voz alta o sonidos de utensilios para comer.
Otros desencadenantes pueden ser:
* Carraspeo
* Tos
* Besos fuertes
* Tictac de relojes
* Chasquido de bolígrafos
* Sonido de campanas
* Sonidos de animales (perros ladrando o cuervos graznando)
* Crujido de papeles o telas
* Tintineo de vasos o cubiertos
Los investigadores han descubierto que los misofónicos también pueden desencadenarse al ver a alguien que repite ciertas acciones físicas, como sacudir las rodillas, frotarse la nariz o masticar con la boca abierta.
Por desgracia, los investigadores desconocen las causas de la misofonía. Sin embargo, observan que esta afección parece aparecer con más frecuencia en personas que también padecen trastornos de ansiedad, tinnitus, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y síndrome de Tourette.
La misofonía puede aparecer a cualquier edad, pero las investigaciones indican que es más frecuente al final de la infancia o al principio de la adolescencia. Según los estudios, la misofonía tiene algunas otras características distintivas, entre ellas:
* Suele ser hereditaria.
* Las mujeres suelen presentar síntomas más graves.
* A menudo, el desencadenante inicial es uno de los padres o un familiar, pero con el tiempo pueden surgir nuevos desencadenantes.
Los expertos afirman que, durante años, las personas con misofonía fueron diagnosticadas erróneamente de ansiedad, fobias y otros trastornos mentales. Si sus oídos son normales y su audición está bien, es posible que a los médicos les resulte difícil diagnosticarle misofonía.
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Un estudio pionero realizado por un equipo de investigación británico ha descubierto que la misofonía es un trastorno cerebral. Informan de la interrupción de la conectividad en áreas del cerebro responsables de procesar tanto la estimulación sonora como la respuesta de lucha/huida. Como resultado de esta conexión irregular, se produce un aumento de la actividad en partes específicas del cerebro, lo que desencadena una reacción emocional intensa.
Los investigadores han descubierto que cuando las personas con misofonía oyen un sonido desencadenante, se activa el córtex insular anterior, la parte del cerebro que procesa las emociones y las señales generadas dentro del cuerpo. En concreto, informaron de que se activaban las regiones cerebrales responsables de los recuerdos a largo plazo, el miedo y otras emociones.
También hubo un estudio publicado en The Journal of Neuroscience en 2021 que sugería que cuando los misófonos oyen un ruido desencadenante, se produce un aumento de la actividad en la parte del cerebro que controla el movimiento de la boca y la cara. Según los autores del estudio, esto podría significar que la reacción misofónica es angustiosa porque provoca una reacción refleja en los músculos faciales, haciéndole sentir fuera de control.
Por desgracia, la misofonía no tiene cura por el momento. Pero eso no significa que no puedas aprender a controlarla.
Es habitual que los misófonos eviten situaciones en las que es probable que se encuentren con sus desencadenantes, como las reuniones sociales. Sin embargo, esto no siempre es posible. Los expertos recomiendan otras técnicas de afrontamiento:
* Escuchar algo que desvíe la atención del cerebro de la escucha de un sonido desencadenante. También puede utilizar un audífono que cree un sonido en el oído similar a una cascada.
* Utilizar auriculares con cancelación de ruido para ahogar los sonidos molestos.
* Utilizar un generador de ruido para sonidos como el ruido blanco, rosa o marrón.
* Utilizar tapones de espuma para bloquear los ruidos desencadenantes.
* Intentar relajar los músculos también puede ayudar. Para ello, puede escuchar música relajante o intentar meditar.
* Se dice que la terapia de relajación y acondicionamiento combinada con la terapia de sonido realizada por audiólogos tiene un efecto significativo en la reducción de los síntomas de la misofonía.
Vivir con misofonía es sin duda un reto, pero sin duda se puede aprender a controlarla.
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