Estos Inventos Demuestran Que La Edad Media No Era Tan "Oscura"

Aunque las sociedades contemporáneas confían cada vez más en las tarjetas y las monedas digitales, muchos de nosotros seguimos sintiéndonos más seguros cuando nuestras carteras están llenas del viejo dinero en efectivo.

¿Te has preguntado alguna vez cómo y cuándo conseguimos el papel moneda, en primer lugar?

La invención del papel moneda nacional se remonta a la China medieval. El primer papel moneda se introdujo en el siglo X, durante la dinastía Song (960-1279), y por una razón muy práctica. Debido a la escasez de cobre en el país, las monedas se sustituyeron por billetes impresos de color azul oscuro llamados guans en varias denominaciones. 

Los comerciantes y viajeros europeos se encontraron con los guans en sus viajes y trajeron noticias sobre estos billetes de papel chinos en el siglo XIII. Sin embargo, el papel moneda no se utilizaría en Europa hasta 300 años después.

El concepto de universidad es una invención completamente medieval. Las primeras universidades de Europa surgieron en los siglos XI y XIII a partir de las escuelas medievales llamadas studia generalia, que se proponían educar a los estudiantes más allá de la religión.

La primera universidad propiamente dicha se fundó en el siglo XI en Bolonia, y le siguió rápidamente la Universidad de París hacia 1150-1170. Esta última sirvió de modelo para otras universidades pioneras, como las de Oxford y Cambridge, que también se fundaron en esa época.

Lo interesante de estas primeras universidades es que se consideraban independientes. El presidente de la universidad (llamado rector) era incluso elegido por los estudiantes y los miembros del personal. Sin embargo, esto también significaba que estas instituciones tenían que financiarse a sí mismas, por lo que los estudiantes tenían que pagar la matrícula.

Las primeras universidades medievales desempeñaron un papel muy importante en el aumento de la alfabetización en la Edad Media y más allá. No sólo desempeñaron un papel fundamental en la Revolución Científica, sino que muchas de ellas siguen siendo hoy en día el centro de las innovaciones mundiales.

En el mundo contemporáneo, el reloj de arena tiene una finalidad más estética que práctica, con algunas simpáticas excepciones como el "temporizador de huevos" o el reloj de arena Pictionary. No era así en la Edad Media, cuando un reloj de arena era a menudo la única forma fiable y precisa de medir el tiempo. Estos primeros aparatos para medir el tiempo se veían en las iglesias, en los barcos y en el entorno industrial.

El primer registro del reloj de arena se remonta al siglo VIII. Se dice que fue fabricado por el monje franco Liutprand en la catedral de Chartres (Francia). No hay constancia de que el aparato se utilizara de forma generalizada hasta mucho más tarde: un fresco llamado Alegoría del buen gobierno, de 1338, de Ambrogio Lorenzetti.

En comparación con su predecesor -el reloj de agua-, la velocidad del flujo de arena en el reloj de arena no se veía afectada por las temperaturas y el movimiento, por lo que estos relojes fueron una verdadera innovación medieval.

El reloj de arena no dominó el mundo de la medición del tiempo durante mucho tiempo, ya que, a finales del siglo XIII, los registros eclesiásticos de toda Europa empezaron a hacer referencia a un nuevo tipo de reloj llamado horologe. Hoy conocemos estos dispositivos como relojes mecánicos. Lo más probable es que usted tenga uno o dos en su propia casa.

Los historiadores no tienen ni idea de quién inventó el primer reloj mecánico, ni de cuándo y dónde se ideó ese nuevo tipo de reloj. Sólo sabemos que estos relojes mecánicos tomaron Europa por asalto. En cuestión de un siglo, se instalaron grandes relojes accionados por pesas en las torres de Inglaterra y Francia, y los comerciantes y científicos ricos poseían relojes mecánicos más pequeños.

Esta época coincide con el máximo interés de los estudiosos por la astronomía y la astrología, por lo que los relojes más sofisticados tenían esferas o agujas móviles que mostraban la hora en varios sistemas e incluían información astronómica para recrear los movimientos del universo. Muchos de estos relojes también tenían detalles extravagantes e incluso autómatas. El Reloj Astronómico de Praga es un famoso y bello ejemplo de esta artesanía medieval.

Los relojes mecánicos se convirtieron en el dispositivo de medición del tiempo más preciso y extendido hasta la invención del reloj de péndulo en 1656.

La historia del arte sería muy diferente sin el desarrollo de las pinturas al óleo. Se trata de un tipo de pintura que se elabora mezclando pigmentos secos con aceites, sobre todo de linaza, que luego se pueden diluir con trementina. El resultado es una pintura de secado lento, con una variedad de texturas y una opacidad insuperables, que puede ajustarse, superponerse y manipularse indefinidamente a gusto del artista.

Y si no fuera por la Edad Media, el mundo probablemente nunca vería algunos de los cuadros más famosos de la historia, ya sea la Mona Lisa de Leonardo o la Noche estrellada de Van Gogh.

Una investigación reciente ha rastreado los orígenes de la pintura al óleo hasta las antiguas cuevas de Bamiyán (Afganistán). Las paredes de las cuevas están cubiertas de murales budistas creados por un artista desconocido en algún momento del siglo VII. Los artistas mezclaron pigmentos con aceite de nuez o de semilla de amapola, por lo que se trata del primer caso de pintura al óleo de la historia.

En Europa, la pintura al óleo no apareció hasta los siglos XIII y XIV. Se utilizó por primera vez para dar un acabado brillante a los muebles de madera y a las pinturas al temple. Esta técnica se refleja en los colores brillantes y bellamente saturados de las pinturas de Jan van Eyck.

La calefacción  es algo que la mayoría de nosotros asocia con los tiempos modernos. Por increíble que parezca, muchos edificios medievales utilizaron un sistema de calefacción central muy similar durante la Edad Media.

Esta nueva tecnología era una mejora del hipocausto romano, un sistema de canales en el suelo utilizado para calentar el agua en las casas de baño. Llamado hipocausto de almacenamiento de calor, esta tecnología medieval de calefacción del suelo utilizaba aire caliente que viajaba desde una sala de hornos a un sistema de canales bajo el suelo. Al encender el horno una sola vez se podía mantener caliente una habitación grande durante días. Por ejemplo, el hipocausto de la abadía de Reichenau, en Alemania, podía calentar eficazmente los 300 metros cuadrados de la gran sala de reuniones durante todo el invierno. 

La investigación sobre el tema continúa, pero ya se han encontrado más de 500 hipocaustos medievales en toda Europa, principalmente en Alemania, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Estonia, Lituania, Letonia y Polonia. Estos sistemas de calefacción se extendieron desde los castillos y monasterios hasta los edificios públicos e incluso las viviendas particulares. En Tallin, la capital de Estonia, los historiadores encontraron 54 hipocaustos, lo que sugiere que en algunas ciudades este tipo de calefacción de suelo era la norma y no la excepción.

Demos colectivamente las gracias a los monjes medievales por haber inventado la prensa de vino de cesta. En la Edad Media, las órdenes religiosas eran propietarias de la mayoría de los viñedos de Francia y Alemania. Estas vastas tierras producían grandes cantidades de uva y constituían una importante fuente de ingresos, por lo que los monjes tuvieron que hacer uso de su ingenio e inventar los métodos más eficaces y que permitieran ahorrar tiempo para producir vino desde la uva hasta la botella. Y así lo hicieron, inventando la prensa de vino de cesta en algún momento del siglo XII.

Aunque la mayoría de nosotros no se dedique a la elaboración de vino, todos entendemos que hay que triturar y exprimir grandes cantidades de uva para obtener vino. La prensa de vino permitió a los monjes medievales producir más vino con menos trabajo.

El dispositivo parece una gran cesta de madera unida por anillos metálicos. El lagar se llenaba de uvas aplastadas y luego se colocaban grandes discos de madera para comprimir y exprimir todo el jugo de uva posible. El zumo de uva se escapaba por los huecos de la cesta y se recogía para ser tamizado y convertido en vino.

El arado fue una de las muchas innovaciones agrícolas de la época. Dado que la mayoría de la población se dedicaba a la agricultura, estos avances fueron realmente revolucionarios. Pocas tecnologías agrícolas tuvieron mayor impacto que la invención del arado pesado en el siglo IX.

Un tipo específico de arado común en esta época era la carruca, un arado pesado con una reja de hierro que permitía cavar profundamente en la tierra y remover el suelo arcilloso con facilidad.

A diferencia de los arados anteriores, que eran más adecuados para los suelos ligeros y arenosos del Mediterráneo, el arado pesado optimizaba el cultivo de los suelos arcillosos pesados del norte de Europa. El suelo arcilloso es más fértil que el arenoso, por lo que esta innovación también aumentó enormemente el rendimiento de las cosechas y provocó un repunte económico en todo el norte de Europa.

Es difícil sobrestimar el potencial de un dispositivo que puede levantar cargas pesadas, y las grúas hacen exactamente eso. Los dos tipos de grúas que se desarrollaron durante la Edad Media fueron la grúa estacionaria de puerto y la grúa de cinta. Vamos a contarle todo sobre estas dos tecnologías fundamentales.

Las grúas portuarias fijas se documentaron por primera vez en Utrecht (Países Bajos) en 1244. Se construían en los muelles para cargar la mercancía. Las grúas de cinta eran dispositivos móviles, por lo que se utilizaban en obras de construcción, especialmente en la construcción de castillos y catedrales. Estas grúas se utilizaron en Europa a partir del siglo XIII.

Ambos dispositivos eran extremadamente útiles y estaban muy extendidos en la Edad Media. Estas máquinas industriales eran bastante habituales en las grandes obras de construcción, las minas y los puertos.

Seríamos negligentes si no mencionáramos al menos una innovación arquitectónica de la Edad Media. Después de todo, el símbolo por excelencia de la época medieval es la catedral gótica.

Si alguna vez se ha preguntado cómo pudieron los constructores medievales construir estructuras que parecían llegar al cielo, la respuesta es la bóveda de crucería. En arquitectura, la bóveda de crucería se refiere a una hilera de muchos arcos o nervios que forman los cimientos sobre los que se puede colocar el tejado y el techo. Las bóvedas de crucería están formadas por dos o tres bóvedas que se cruzan y que son mucho más ligeras que las bóvedas de cañón tradicionales.

Combinadas con la innovación de los arbotantes, las bóvedas de crucería daban a los edificios góticos un aspecto más alto, luminoso y abierto. Estos edificios también eran más resistentes que sus predecesores, como demuestran muchos edificios góticos que siguen en pie hoy en día. No hay más que ver el alto y espacioso interior de la catedral de Reims del siglo XIII en la imagen superior.

Los molinos de agua y de viento han existido desde la antigüedad. Estos molinos eran muy útiles y eficaces para moler el grano en harina o drenar el agua.

Entre los primeros ejemplos de molinos de agua en Europa se encuentran los molinos de marea del siglo VI excavados en la costa irlandesa. Se construyeron en la época de los antiguos romanos. Sorprendentemente, estos primeros molinos eran bastante potentes para su época. Por ejemplo, el molino de mareas cercano al monasterio de Nendrum del año 787 podía desarrollar fácilmente entre 7 y 8 caballos de fuerza.

Unos siglos más tarde, se construyeron los primeros molinos verticales en Europa. Los molinos de poste más antiguos datan de la década de 1180. Hay constancia de un molino de viento vertical en Yorkshire, Inglaterra, de 1185. Los molinos de torre se desarrollaron un siglo después, y la tecnología seguiría desarrollándose en toda Europa, especialmente en las Islas Británicas.

Los arqueólogos sospechan que los antiguos romanos podían utilizar lupas para leer, pero las gafas portátiles no aparecieron hasta la Edad Media. Las primeras gafas se desarrollaron en Florencia (Italia) durante el siglo XIII. Tenían una gran limitación: estas primeras gafas eran convexas, por lo que sólo podían ayudar a corregir la hipermetropía. Las lentes cóncavas se inventaron dos siglos después.

En 1305, el dominico Giordana de Pisa escribió en un sermón "Todavía no hace veinte años que se ha encontrado el arte de hacer lentes, que permiten una buena visión..." ¡Qué invento tan emocionante debió de ser en su momento!

Desgraciadamente, estas primeras gafas no estaban al alcance de todo el mundo, sino que eran utilizadas sobre todo por eruditos y monjes. Además, eran voluminosas y grandes y había que sujetarlas delante de los ojos o llevarlas en la nariz.

La producción de ropa en masa no sería posible sin este invento indio. Aunque tal vez le resulte familiar la rueca de los cuentos europeos, el objeto en sí fue importado de la India a través de Oriente Medio hacia el año 1400. Los investigadores creen que la rueca se inventó en la India en algún momento entre los siglos V y X. Desde allí, viajó a China en el siglo X y posteriormente a Europa.

Antes de la rueca, las fibras de lana tenían que ser arrancadas de un ovillo y retorcidas a mano para formar un hilo continuo en un huso. La rueca acelera considerablemente el proceso de hilado, ya que la rotación de la rueda automatiza el proceso de torsión en lugar de hilar el hilo manualmente. En las primeras versiones, la rueca se hacía girar con la mano o el pie, pero más tarde pudo hacerse pulsando un pedal.

La mejora de la rueca contribuyó directamente a la Revolución Industrial, ya que la industria textil del algodón fue uno de los principales motores de esta transición histórica.

En una sociedad en la que el conocimiento es infinito y está al alcance de la mano, es difícil apreciar la importancia de una biblioteca pública. Pero en su día, en un mundo sin Internet, sin teléfonos inteligentes, sin televisores y sin revistas, un mundo en el que incluso los libros se consideraban un lujo, el acceso a una biblioteca era algo muy importante. Por eso no es de extrañar que la primera biblioteca pública conocida se abriera en el país que dio el pistoletazo de salida al Renacimiento: Italia. 

La Biblioteca Malatestiana se inauguró en Cesena (Italia) en 1454, y todavía funciona en la actualidad. A diferencia de la mayoría de las bibliotecas de la época, que estaban cerradas al público, la Biblioteca Malatestiana fue encargada por el aristócrata local Malatesta Novello y cedida al municipio de la ciudad. La biblioteca permitía a los lugareños tomar prestados y leer libros de forma totalmente gratuita.

Hablando de libros, no olvidemos mencionar el otro gran logro que contribuyó directamente a la difusión del conocimiento en Europa: la imprenta de Johannes Gutenberg.

Lamentablemente, no se han conservado registros de la prensa de Gutenberg hasta nuestros días. Sin embargo, sabemos que, a diferencia de las prensas anteriores que requerían tallar páginas enteras de texto, al igual que en la impresión en bloques de madera, Gutenberg creó una máquina que utilizaba letras individuales llamadas tipos para ordenar cualquier texto e imprimir en masa tantas copias como fuera necesario. 

Esto hizo que la impresión de libros no sólo fuera más rápida, sino también más barata y sencilla. En retrospectiva, la imprenta de Gutenberg también revolucionó el lenguaje y contribuyó directamente a acontecimientos que cambiaron la historia, como la Reforma Protestante y la Ilustración. De este modo, la imprenta es uno de los inventos más importantes de la Edad Media.