Es difícil de creer, pero algunos turistas deciden utilizar el arte como mobiliario. En julio de 2020, la obra maestra de Antonio Canova titulada Venus Victrix, que representa a la hermana de Napoleón Bonaparte, Paulina, se estropeó cuando un turista austriaco anónimo intentó tumbarse sobre la escultura para hacerse un selfie.
Como resultado, los dedos de los pies de la figura reclinada se agrietaron y quedaron muy dañados. Gracias a las cámaras de vigilancia, el personal del Museo Antonio Canova consiguió identificar al imprudente visitante del museo e incluso señaló que él mismo se había dado cuenta de los daños. Posteriormente, el hombre se disculpó y se ofreció a pagar la restauración de la escultura. Puedes ver las imágenes de las cámaras de seguridad del incidente en el siguiente vídeo.
2. Anunciación" de Giovanni d'Ambrogio (1390)
La escultura mencionada anteriormente no es, ni mucho menos, la única "víctima" del selfie turístico demasiado creativo. De hecho, a medida que se avanza en la lectura de este artículo, se empieza a ver un curioso patrón: los selfies son la principal razón de la destrucción de la mayoría de estas piezas. La desafortunada "Annunciazione", una escultura de la época del Renacimiento del escultor italiano Giovanni d'Ambrogio que se encuentra en el Museo dell' Opera del Duomo de Florencia, resultó dañada en 2013 cuando un turista de Missouri quiso comprobar cómo se comparaba su propio dedo meñique con el de la Virgen María.
Como es de esperar, el hombre acabó rompiendo el dedo meñique de la estatua, aunque no del todo. Por suerte, el dedo dañado no era una parte original de la escultura, sino una restauración de yeso, y los restauradores del museo tienen previsto reparar el dedo perdido en el futuro. Obsérva que incluso en la foto de la estatua que presentamos arriba, el meñique dañado sigue sin aparecer.
3. El actor de Pablo Picasso (1904)
Este primer cuadro de Picasso colgado en una pared del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York tuvo una historia ligeramente diferente. En enero de 2010, una mujer que asistía a una clase en el museo se resbaló y chocó contra el cuadro, lo que provocó un desgarro de 15 centímetros y una abolladura en la parte inferior derecha de la obra. Para el personal del museo, esto supuso un enorme y desafiante proceso de restauración, que acabó tardando 3 meses en completarse. En abril de 2010, el cuadro fue finalmente devuelto a la misma pared, pero ahora con una cubierta de plexiglás para garantizar que nunca más se dañara.
4. 'Ecce Homo" de Elías García Martínez (1930)
Una de las "restauraciones" más desafortunadas y a la vez hilarantes del siglo fue la del fresco del "Ecce Homo" en una iglesia de Borja (España). La pintura de la pared se estaba deteriorando debido a los daños causados por el agua, por lo que Cecilia Giménez, una feligresa de edad avanzada, decidió encargarse de "arreglarla" utilizando una foto del fresco de hace 10 años. Probablemente no hace falta que te digamos que el resultado fue absolutamente hilarante, ya que la nueva y mejorada versión de la pintura fue noticia en todo el mundo y se convirtió en una sensación de Internet en 2012-2014.
El "Jesús de la papa", como se apodó al fresco en los medios de comunicación, se planeó inicialmente para ser restaurado profesionalmente, pero luego la iglesia decidió abrazar la fama de internet de la "obra maestra" cuando empezaron a notar una afluencia de turistas que querían ver el malogrado fresco. En la actualidad, el "Ecce Homo" ha pasado a formar parte de la historia, el fresco ha sido cubierto con plexiglás, y los turistas, al parecer, pagan 1,25 dólares para ver la restauración.
Una víctima más del selfie turístico fue la estatua de Dom Sebastiao que forma parte de la fachada de la estación de tren de Rossio en Lisboa (Portugal) desde hace más de un siglo. En 2016, un turista de 24 años intentó escalar la estatua para hacerse un selfie con el rey del siglo XVI. Ni que decir tiene que la estatua independiente se volcó como resultado. Cayó al suelo, rompiéndose en varios pedazos, y hasta el día de hoy, no ha sido restaurada. El autor intentó huir de la escena del crimen, pero fue capturado por las autoridades y se enfrentó a un juicio. Arriba, se puede ver la estatua antes de la caída.
6. Jarrones de la dinastía Qing (siglos XVI-XVII)
Regla número dos para los visitantes del museo: atarse siempre los cordones de los zapatos o, mejor aún, llevarlos sin ellos. Esta regla, junto con la de "nada de selfies creativos", fue la conclusión de un trágico accidente. En febrero de 2006, Nick Flynn se perdió y se equivocó de escalera en el Museo Fitzwilliam de Cambridge (Inglaterra).
En un intento de volver al camino correcto, Flynn tropezó con el cordón de su zapato desatado y cayó estrellándose contra un jarrón de la dinastía Qing del siglo XVI-XVII, lo que inició una reacción en cadena y golpeó otro jarrón, acumulando hasta 500.000 libras esterlinas en daños. Ambos jarrones se rompieron en cientos de pedazos, y a Flynn se le prohibió la entrada al museo. Afortunadamente, uno de los jarrones fue restaurado posteriormente por profesionales.
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