La alcachofa de Jerusalén es una planta herbácea llegada de Norteamérica. Sin embargo, no es una alcachofa en absoluto y no tiene ninguna relación con la ciudad de Jerusalén. La razón por la que la alcachofa sustituyó su nombre original, es porque su sabor recuerda al de la famosa hortaliza alcachofa. El añadido de "Jerusalén" deriva del nombre que se le dio a la planta en italiano cuando se descubrió por primera vez, Girasole, y desde entonces los colonos ingleses en Norteamérica le cambiaron el nombre por el de Jerusalén.
Al igual que la Batata, la alcachofa de Jerusalén puede consumirse de diversas formas y tiene un sabor dulce cuando se cocina. Aunque pelarla lleva tiempo, sus beneficios para la salud y su sabor especial merecen el esfuerzo. Por lo tanto, te invitamos a seguir leyendo y descubrir que la alcachofa de Jerusalén no sólo es sabrosa, sino también muy saludable.
1. Rica en potasio
Nuestro cuerpo necesita potasio para hacer frente a los efectos del exceso de sodio, y éste se encuentra en gran cantidad en las alcachofas de Jerusalén. Según un estudio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Atlanta, mantener unos niveles adecuados de potasio puede reducir el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas. La ingesta diaria recomendada de potasio es de 4.700 mg, y su aumento es especialmente beneficioso para las personas con riesgo de hipertensión. Una taza de alcachofa de Jerusalén contiene 643 mg de potasio más 6 mg de sodio, por lo que al consumirla sólo aumentarás la ingesta diaria de potasio en tu cuerpo y prevendrás varias enfermedades del corazón.
2. Rica en hierro
Algunas dietas aconsejan evitar los alimentos ricos en minerales importantes como el hierro. Esto es un grave error, ya que nuestro cuerpo necesita el hierro para el flujo normal de la sangre y la prevención de coágulos. Además, el hierro y el cobre son muy importantes para la formación de nuevas células sanguíneas, y en una taza de alcachofa de Jerusalén se encuentra el 28 por ciento y el 20 por ciento del valor diario recomendado de hierro y cobre, respectivamente. Estudios realizados en el hospital CNBC de la India descubrieron que la escasez de hierro limita el suministro de oxígeno a las células y puede provocar fatiga, anemia y daños en el sistema inmunitario. Para evitar estos riesgos, puedes comer alcachofa de Jerusalén y aumentar tu consumo de hierro sin temer un aumento de peso, ya que no tiene grasa y sólo contiene 109 calorías por taza.
3. Ayuda a controlar el colesterol en sangre
Si tienes el colesterol alto, entonces te conviene comer alcachofa de Jerusalén. Esta hortaliza permite a nuestro cuerpo metabolizar las grasas rápidamente, equilibrando así los niveles de colesterol en la sangre y protegiéndonos de diversas enfermedades cardiovasculares. Además, la fibra soluble de la alcachofa de Jerusalén también puede ayudar a eliminar una de las lipoproteínas (un gran complejo graso que contiene los distintos tipos de colesterol), que también se conoce como LDL, el "colesterol malo". Las lipoproteínas pueden conducir a la formación de depósitos de colesterol detrás de las paredes de los vasos sanguíneos, que es como se desarrolla gradualmente la aterosclerosis, y con ella diversas enfermedades del corazón.
4. Reduce la presión arterial
La cultura alimentaria occidental moderna nos hace comer mucho más sodio que potasio, y como se ha mencionado anteriormente, la alcachofa de Jerusalén está llena de potasio con muy poco sodio. Cuanto mayor sea el consumo de potasio, menor será la presión arterial y el riesgo de otras enfermedades crónicas. Además, la abundancia de fibra en las alcachofas de Jerusalén ayuda a mejorar el rendimiento de la insulina en el cuerpo, lo que también ayuda a reducir la presión arterial. Un estudio realizado en la Universidad de Ciencias de Malasia descubrió que las fibras bióticas (que pasan por el intestino delgado y son digeridas cuando los alimentos llegan al colon) que se encuentran en muchas plantas, incluidas las alcachofas de Jerusalén, pueden reducir y prevenir la presión arterial alta.
5. Ricas en proteínas
Muchas personas consumen hortalizas de raíz por su alto contenido en proteínas, pero ninguna hortaliza de raíz se acerca a la alcachofa de Jerusalén cuando se trata de proteínas. Dado que las proteínas son uno de los componentes esenciales para nuestra supervivencia, nunca deberíamos renunciar a ellas. La alcachofa de Jerusalén sirve como fuente de rica proteína vegetal, apta para vegetarianos y veganos, una que puede ayudarte a reducir el apetito y el hambre, acelerar los procesos metabólicos, aumentar la quema de grasas y reducir la presión arterial.
6. Rica en aminoácidos esenciales para el desarrollo normal
Como se ha señalado anteriormente, la alcachofa de Jerusalén es rica en proteínas, formadas por una serie de compuestos químicos llamados aminoácidos. Por lo tanto, será rica en aminoácidos, como taurina, metionina, homocisteína y cisteína. Según estudios realizados en la Universidad de Turquía, estos aminoácidos son esenciales para la producción de tejido conectivo en el esqueleto, la piel, el pelo, las uñas y para el crecimiento y desarrollo normales, al tiempo que permiten al hígado desintoxicarse.
7. Fortalece el sistema inmunitario
En una alcachofa de Jerusalén se pueden encontrar altas cantidades de vitaminas antioxidantes como la vitamina C, la vitamina A y la vitamina E. Estas vitaminas, junto con los compuestos flavonoides que se encuentran en las alcachofas de Jerusalén, ayudan al cuerpo a hacer frente a los radicales libres. Con ello consiguen proteger nuestro cuerpo del cáncer, las infecciones, la tos vírica e incluso los resfriados. Además, la mayor parte de los carbohidratos de las alcachofas de Jerusalén se encuentran en forma de inulina (similar al almidón de las papas) que proporcionan probióticos beneficiosos para el organismo. Los probióticos (bacterias beneficiosas que se crean de forma natural mediante este proceso de fermentación) ayudan a mejorar la función inmunitaria, a reducir el colesterol y a evitar que se multipliquen las bacterias causantes de enfermedades.
8. Rica en fibra
La alcachofa de Jerusalén es una gran fuente de fibra. Estas fibras pueden regular los movimientos intestinales y prevenir varios tipos de cáncer. Aunque esta verdura no tiene un efecto directo sobre el cáncer colorrectal, la fibra que contiene ayuda a suprimir el desarrollo de este cáncer. Además, según un estudio de la Universidad de Arizona, se descubrió que la fibra puede ayudar a reducir el riesgo de colesterol alto, estreñimiento, enfermedades del corazón, varios tipos de cáncer y facilitar el control del azúcar en la sangre mientras se mantiene un peso saludable y normal.
9. Mantiene los niveles de azúcar en sangre normales
Desde la antigüedad, la alcachofa de Jerusalén se utilizaba para reducir los niveles de azúcar en la sangre. Al mantener un alto nivel de insulina, nutre a las mejores bacterias de los intestinos y, por lo tanto, ayuda a mantener los niveles de azúcar del cuerpo bajo control, especialmente en el caso de los diabéticos. En un estudio realizado en la Universidad de Chonen Si, en Corea del Sur, se descubrió que los animales diabéticos que comían comidas compuestas por al menos un 5% de alcachofa de Jerusalén durante ocho semanas mostraban una mejora en los niveles de azúcar y una mejora en su capacidad para mantener niveles normales de azúcar en la sangre, junto con una mayor secreción de insulina. Además, el estudio demostró que la alcachofa mejora el funcionamiento de las células de secreción de insulina en el páncreas.