En el Antiguo Testamento se le llama “Satanás” que significa “adversario, enemigo”. Por otra parte, en el Nuevo Testamento se le nombra como “Diablo”, que viene del verbo griego “diaballo” (acusar). En cambio la palabra demonio, del griego “daimon” (genio), es usado para designar a seres espirituales malignos.
Lucifer es un nombre que no está en las Sagradas Escrituras y que significa “estrella de la mañana” o “el que lleva la luz”. Lo cual “recuerda la pena tan grande que es que siendo tan bello, cayera”, indica el Padre Fortea. Tiene otros nombres para ocultar su identidad frente a los hombres como Asmodeus, Belial, Behemoth o Belcebú.
Según el padre Fortea, como los ángeles han sido creados por Dios, sabían que Él era su creador, pero pasaron por una prueba “antes de la visión de la esencia de la Divinidad”. El sacerdote explica que sería como decir que “veían a Dios como una luz, que le oían como una voz majestuosa y santa, pero que su rostro seguía sin desvelarse. En esa prueba unos obedecieron, otros desobedecieron. Los que desobedecieron de forma irreversible se transformaron en demonios".
3. La guerra del cielo fue mental e intelectual
El exorcista explica que los ángeles desobedientes comenzaron a odiar a Dios y a verlo como una cadena que les negaba la libertad. La batalla entre Miguel y Lucifer, los ángeles más poderosos, no fue con armas, ya que no tienen cuerpo, “las únicas armas que pueden blandir son los argumentos intelectuales”, aclara el padre Fortea.
“Unos se hicieron más soberbios que los demás. Cada ángel rebelde fue deformándose más y más, cada uno en unos pecados específicos. Así como, por el contrario, los ángeles fieles se fueron santificando progresivamente".
4. ¿Por qué se rebeló Lucifer?
El exorcista Fortea indica que la prueba por la que habrían pasado los ángeles es la revelación que les hizo Dios sobre crear el mundo material con la humanidad como sus elegidos, y que posteriormente Él se haría hombre para salvar a los pecadores.
Lucifer no pudo soportar esta idea, puesto que consideraba que él mismo debería ser la personificación de Dios en la tierra al ser la “obra maestra” del Creador. Más adelante, junto con otros ángeles acusaron a Dios argumentando que estaba equivocado y se rebelaron por completo.
Segun el padre Fortea: “un demonio es un ser espiritual de naturaleza angélica condenado eternamente”. Es decir, no tienen cuerpo, no sienten inclinación a ningún pecado que se cometa con el cuerpo, pero pueden tentar a los hombres a pecar en esa dirección para dañarles el espíritu.
El exorcista precisa que Lucifer “sigue siendo un bellísimo ángel en su naturaleza, aunque repugnante en su aspecto moral. Básicamente es un monstruo, un ser deforme que produce repugnancia y aversión espiritual”.
6. Ni saben el futuro, ni leen la mente
"Los demonios no ven el futuro, pero con su inteligencia muy superior a la del ser humano pueden deducir algunas cosas que sucederán. No saben lo que uno decidirá porque “la libertad humana es el gran factor de indeterminación en sus previsiones”, argumenta el exorcista Fortea.
Pueden tentarnos pero no pueden leer nuestros pensamientos y por deducción, pueden imaginar lo que pensamos, lo que se confunde a veces con leer la mente. Aunque el factor importante es que siempre hay que recordar que ellos están fuera de nuestra alma, ya que sólo Dios puede leer nuestra alma. Si permitimos que entren, es decisión nuestra.
“El demonio nos puede introducir pensamientos, imágenes o recuerdos, pero no puede introducirse en nuestra voluntad. Podemos ser tentados, pero al final hacemos lo que queremos. Ni todos los poderes del infierno pueden forzar a alguien a cometer ni el más pequeño pecado”, explica el padre Fortea.
De igual manera puntualiza que “si uno es tentado y ora, la tentación desaparece. Es incompatible la tentación con la oración". Al parecer, el arma frente a las tentaciones se encuentra en la voluntad de fe de cada uno.
Fortea describe que “todos y cada uno de los demonios estaban allí, rodeando a Jesús en la Cruz, contemplando con su triunfo”. No obstante, ellos no podían imaginar que esa era la mayor victoria del Reino de los Cielos gracias a la Resurrección.
La Pasión en la Cruz suponía la prueba tangible de que la Justicia Divina no era trasgredida en vano. Fue en ese momento cuando se hicieron plenamente conscientes todos los demonios de que su condenación no tendría indulto por los siglos de los siglos”. Por ello, pasaron de contemplar a la cruz con alegría maligna a recordarles la Justicia Divina y su eterna condenación, por lo que es el único símbolo que no pueden soportar.
9. Su número no es el 666
El exorcista afirma que "identificar la figura bíblica del Anticristo con la del diablo es un error ya que el “666” que menciona el Apocalipsis es número de un ser humano. Por lo tanto es un hombre que propaga el odio, la guerra y el mal." “Nerón, Napoleón y especialmente Hitler son claros ejemplos de figuras del Anticristo reconocibles de nuestra historia", señala.