Una relación de dependencia es aquella en la que uno de los socios depende de la felicidad, satisfacción y aceptación del otro. Este tipo de relación no es saludable para el alma, pero ¿no somos todos dependientes de estas cosas en algún nivel u otro? Incluso en relaciones sanas, volvemos a casa con nuestra pareja para encontrar consuelo, apoyo y alguien dispuesto a escucharnos y amarnos incondicionalmente. Entonces, ¿dónde está la delgada línea entre una relación sana y una relación de dependencia, y cómo podemos identificar en cuál estamos?
En el siguiente artículo examinaremos los signos de identificación de una relación de dependencia, qué se puede hacer para cambiarla y cómo solucionar los problemas que existen en ella.
La mayoría de las veces confundimos las relaciones saludables con las que son dependientes. Aquí te ayudaremos a distinguir entre las dos utilizando las siguientes seis señales de advertencia:
Todos queremos que nuestra pareja nos acepte y quiera tal como somos, pero en las relaciones de dependencia esto cambia radicalmente. Uno no sólo quiere consentimiento y aprobación, sino que está desesperado y lo exige durante un largo período de tiempo. Además, tienen miedo de perderlo, si creen que eso va a suceder, harán todo lo que esté a su alcance para arreglarlo.
En las relaciones sanas los problemas que surgen se solucionan juntos, a diferencia de las relaciones de dependencia en las que uno de los cónyuges sigue creando los problemas y el otro es quien los soluciona. Estos problemas pueden ser económicos, sociales, familiares, etc., cuando la pareja que los plantea busca las soluciones en su pareja y no participa él mismo en la solución del problema.
Para identificar si estás en una relación de dependencia es necesario pensar si hay momentos en los que te sientes feliz con tu pareja, junto con momentos en los que todo parece difícil, complicado y claramente no está bien. Piensa en ello como una especie de montaña rusa sin fin. En un momento todo está bien, pero luego sucede algo y sientes que todo está fuera de control, de hecho, te sientes inestable y simplemente estás aferrándote a tierra firme para sentirte seguro.
Otra prueba sencilla para comprobar si estás en una relación de dependencia es preguntarte qué dirían tus amigos y familiares. En las relaciones sanas, no nos avergonzamos ni tememos compartir y contar nuestra relación con nuestros amigos y familiares, pero si te avergüenzas o temes que alguien descubra la verdad sobre tu relación, entonces estás en una relación dependiente y insalubre.
Sentirte triste cuando tu pareja está triste es una empatía básica y aceptada, pero en las relaciones de dependencia la situación es diferente porque el cónyuge dependiente, debido a la fuerte necesidad de aceptación, tiene dificultades para lidiar con la tristeza o el enojo del otro, incluso si no está directamente relacionados con ellos. En la mayoría de las relaciones, cualquier sentimiento o emoción negativa conduce a peleas que sólo profundizan la brecha y los distancian el uno del otro.
Este es uno de los signos obvios de una relación dependiente y enfermiza: cuando se desarrolla una gran pelea, uno de ustedes amenaza con irse y el otro intenta detenerlo y restablecer el orden. Esto es lógico y aceptable en las relaciones sanas, pero la diferencia esencial es que en las relaciones de dependencia esto sucede con frecuencia.
Al darte cuenta de que estás en una relación de dependencia, romper puede parecer una buena y posible solución, pero no es la mejor opción y probablemente no solucionará todo. Debes comprender que la razón por la que estás en una relación de dependencia es probablemente porque eres dependiente hasta cierto punto o te sientes atraído por personas dependientes. Por ejemplo, si eres el tipo de persona que quiere resolver problemas, siempre encontrarás una persona con problemas que necesiten solución. Entonces, para salir de este camino poco saludable, aquí hay cuatro formas en las que puedes entender cómo mantener una relación sana e independiente:
Las personas dependientes suelen mantener el mismo tipo de relaciones con cambios menores. Por ejemplo, siempre estás con hombres que tienen miedo al compromiso, o siempre estás con mujeres que te "regañan" y no están satisfechas contigo. Lo inteligente es entender e identificar lo común en tus relaciones y saber señalarlo y solucionarlo, ya sea con un profesional o mediante un proceso de aprendizaje personal, siendo lo más importante entender tu lenguaje del amor para poder.
Esta etapa es un poco desafiante porque requiere mucho autoexamen y un profundo examen de conciencia. Probablemente tendrás que intentar remontarte a tu infancia para entender por qué has adquirido tales hábitos en busca de relaciones de dependencia. En este punto, sería prudente consultar a un profesional: encontrar a alguien con quien pueda hablar sin juzgarlo. Puede ser exactamente el factor que te ayudará a encontrar la raíz de tu problema.
Si entiendes que estás en una relación de dependencia, es muy importante que seas honesto al respecto, tanto contigo mismo como con tu cónyuge. Reserva un tiempo, libre de distracciones, e inicia un diálogo sobre tus inquietudes y preocupaciones. Si uno de ustedes comienza a ponerse a la defensiva o evita por completo la conversación, sin duda es una señal de que está en una relación de dependencia.
Una conversación franca y abierta sobre su relación puede hacer que se sienta incómodo y posiblemente sea una amenaza real para su relación, pero el potencial de crecimiento y recuperación es enorme si ambos pueden sentarse y tener una conversación de corazón a corazón. El objetivo es encontrar formas de acción para ambos que los hagan sentir seguros en su relación, con énfasis en la individualidad de cada uno de ustedes fuera de la relación.
No tengas miedo de buscar ayuda profesional, no es nada vergonzoso consultar a un profesional. Incluso si tienes una conversación personal con tu pareja, es posible que saques a relucir cosas que pueden causar heridas profundas que alteren la conversación, por lo que recomendamos recurrir a un tercero. A veces, una conversación de este tipo sin un profesional puede hacer que uno o ambos experimenten una sensación de incomodidad y estrés que no se puede solucionar ni mediar.
Cuando un profesional está capacitado para ayudar a una pareja a hablar libre y abiertamente, puede ayudar a bajar las defensas y crear un ambiente libre de estrés que puede hacer que la conversación sea mucho más relajada, con consejos y orientaciones sobre cómo trabajar para corregir los problemas en la relación.