Si has empezado a trabajar en algo pero no has podido terminarlo, los pensamientos sobre el trabajo inacabado siguen apareciendo en tu mente, incluso cuando has pasado a otras cosas. Estos pensamientos te instan a volver a terminar lo que ya empezaste. Por eso sigues pensando en el pasapáginas, o por eso quieres seguir jugando a un videojuego hasta completarlo. Así, incluso cuando intentamos pasar a otras cosas, el trabajo inacabado sigue ejerciendo su influencia.
Es probable que también hayas experimentado este efecto mientras estabas en la escuela. Por ejemplo, aunque es probable que recuerdes bastante bien la información que estabas estudiando antes de un examen, después de un examen, la mayoría de nosotros tendemos a tener dificultades para recordar todo lo que hemos estudiado. Cuando ya no tienes un uso inmediato de algo, la información tiende a desaparecer de tu memoria.
Este efecto fue descubierto y observado por primera vez por un psicólogo ruso, Bluma Zeigarnik. Fue alumno del influyente teórico Kurt Lewin. Mientras estaba sentada en un concurrido restaurante de Viena, observó que los camareros recordaban mejor los pedidos pendientes. Pero se dio cuenta de que, una vez pagada la cuenta, los camareros tenían dificultades para recordar los detalles exactos de los pedidos.
Así que, en una serie de experimentos, se pidió a los participantes que completaran tareas sencillas que incluían colocar cuentas en una cuerda, armar rompecabezas o resolver problemas matemáticos. A mitad de las tareas, los participantes eran interrumpidos. Al cabo de una hora, Zeigarnik pidió a los participantes que describieran en qué habían estado trabajando. Entonces descubrió que los que vieron interrumpido su trabajo tenían el doble de probabilidades de recordar lo que habían estado haciendo en comparación con los que habían completado las tareas.
En otra versión del experimento, descubrió que los participantes adultos eran capaces de recordar las tareas inacabadas con un 90% más de frecuencia que las terminadas. Sus estudios iniciales se describieron en un artículo titulado "On Finished and Unfinished Tasks", publicado en 1927.
Para profundizar en el efecto, durante la década de 1960, el investigador de la memoria John Baddeley exploró estos resultados en un experimento. Los participantes disponían de un tiempo limitado para resolver una serie de anagramas. Si no eran capaces de resolver el anagrama antes de que se acabara el tiempo, se les daba la palabra respuesta. Más tarde, cuando se pidió a los participantes que recordaran la palabra de los anagramas, demostraron tener mejor memoria para las palabras que no habían resuelto. Esto apoya el hallazgo de Zeigarnik de que las personas tienen mejor memoria en los proyectos inacabados o en la información interrumpida.
Sin embargo, no todas las investigaciones han encontrado apoyo al efecto. Algunos de los estudios no han mostrado el mismo efecto, mientras que otros investigadores han descubierto que hay una variedad de factores que pueden influir en la fuerza del efecto. Por ejemplo, los estudios han demostrado que la motivación puede tener un gran impacto en la forma en que las personas recuerdan la información. Pero, ¿cómo funciona? La memoria a corto plazo es limitada tanto en su capacidad como en su duración. Normalmente, sólo conseguimos retener una serie de cosas en la memoria. Y, aun así, tenemos que seguir ensayando la información para poder retenerla. Esto requiere un gran esfuerzo mental y como es lógico, cuanto más se intenta retener en la memoria a corto plazo, más hay que esforzarse para que permanezca en ella.
Tomemos como ejemplo a los camareros, que tienen que recordar muchos detalles sobre las mesas que atienden. Esto incluye información sobre lo que la gente ha pedido y lo que está bebiendo. Todo esto tiene que quedar en su memoria hasta que los clientes hayan terminado de comer. Así que, para hacer frente a esta sobrecarga de datos, la mayoría de la gente tiende a recurrir a trucos mentales, ya que esto les permite recordar mejor una gran cantidad de información. Un ejemplo de ello es el efecto Zeigarnik, en el que nos aferramos a esta información a corto plazo al recordarla constantemente. Así, al recordarnos a menudo las tareas no realizadas, somos más capaces de recordarlas hasta que las completamos.
Este efecto no sólo afecta a la memoria a corto plazo. Las tareas inacabadas, como los objetivos que aún debemos alcanzar, pueden seguir invadiendo nuestros pensamientos durante largos periodos de tiempo. El efecto Zeigarnik revela mucho sobre el funcionamiento de los recuerdos. Una vez percibida la información, suele almacenarse en la memoria sensorial, pero sólo durante un breve periodo de tiempo. Así, cuando prestamos atención a la información, ésta pasa a la memoria a corto plazo. Pero muchos de los recuerdos que llegan al corto plazo se olvidan con bastante rapidez. Sin embargo, mediante el proceso de ensayo activo, parte de esta información puede pasar a la memoria a largo plazo.
Para explicar por qué ocurre esto, Zeigarnik sugirió que no completar una tarea crea una tensión cognitiva subyacente. Esto da lugar a un mayor esfuerzo mental y a un ensayo para mantener la tarea en el primer plano de la conciencia. Una vez completada, la mente es capaz de dejar de lado estos esfuerzos.
La psicología del olvido y por qué falla la memoria
El efecto Zeigarnik es algo más que una intrigante observación sobre el funcionamiento del cerebro humano. De hecho, puede tener implicaciones en su vida diaria e incluso puede utilizar este fenómeno psicológico en su beneficio. Mientras que el sentido común podría decirte que terminar una tarea es la mejor manera de abordar un objetivo, el efecto Zeigarnik sugiere que ser interrumpido durante una tarea es una estrategia fuerte y eficaz para mejorar su capacidad de recordar información.
Cómo superar la procrastinación
A menudo, dejamos las tareas para el último momento, para completarlas con una prisa frenética a fin de cumplir un plazo. Pero esta tenacidad provoca un gran estrés y puede dar lugar a un bajo rendimiento. Una forma de superar la procrastinación es poner en práctica el efecto Zeigarnik. Empieza por dar el primer paso, por pequeño que sea, y una vez que hayas empezado, pero no terminado, te encontrarás pensando en la tarea hasta que esté completa. Aunque no lo termines todo de una vez, cada pequeño paso que des te acercará a tu objetivo final. Este enfoque te ayudará a mantenerte motivado para terminar y también puede conducir a una sensación de logro una vez que hayas terminado un trabajo, lo que te permitirá aplicar tus energías mentales en otra parte.
Así que para dejar de procrastinar, genera interés y atención. De hecho, incluso los publicistas y vendedores utilizan el efecto Zeigarnik para animar a los consumidores a comprar productos. Los cineastas, por ejemplo, crean trailers de películas diseñados para atraer la atención omitiendo detalles críticos. Esto ayuda a atraer la atención de los espectadores, pero deja a la gente con ganas de más. Así que para obtener los detalles, la gente debe ver la película. Pero esto no se limita a las películas. Los programas de televisión también hacen uso de esta estrategia y los episodios suelen terminar durante un momento de gran acción, dejando varias cosas sin resolver. Así, para resolver la tensión creada por el cliffhanger, los espectadores deben sintonizar el siguiente episodio para saber qué ocurre.
Por supuesto, el efecto Zeigarnik no siempre es necesariamente beneficioso. Cuando no se completan las tareas, éstas pueden hacer presa en tu mente y entrometerse en tus pensamientos, creando así estrés. Estos pensamientos invasivos pueden hacer que te sientas ansioso y contribuir a las alteraciones del sueño. El efecto también puede jugar un papel en la superación de estas dificultades. En este caso, los pensamientos repetidos pueden motivar a las personas a terminar las tareas que han empezado. Y como resultado, pueden conducir a sentimientos de logro, autoestima y confianza en sí mismo.