En términos de nutrición adecuada y equilibrada, compuestos como los hidratos de carbono y las grasas son percibidos por muchos como infames, mientras que las proteínas son más populares y gozan de buenas "relaciones públicas".
A partir de un poco de evidencia, es muy fácil entender por qué: ayudan a fortalecer los huesos, a construir y rejuvenecer los músculos, a nutrir la piel y son responsables de miles de acciones químicas diferentes en nuestro cuerpo que lo ayudan a funcionar de manera óptima.
2.Debilidad y fatiga
La deshidratación debida a una ingesta excesiva de proteínas puede causar efectos secundarios adicionales, como fatiga y debilidad general. Estos síntomas son el resultado de un cuerpo en estado de quitosis, que es un estado metabólico en el que el cuerpo depende de las grasas para producir más energía que los azúcares y los carbohidratos. Este fenómeno es especialmente común entre las personas que siguen una dieta cetogénica, que generalmente se basa en grandes cantidades de proteínas, grasas y vegetales, mientras que se consumen muy pocos carbohidratos.
El propio hecho de que en esta dieta las proteínas se produzcan a expensas de los hidratos de carbono priva al organismo de la principal fuente de energía de la dieta, y como consecuencia se produce un deterioro del nivel de energía que se manifiesta en un gran cansancio e incluso en la falta de capacidad cognitiva. "agudeza".
Al mismo tiempo, órganos como los riñones y el hígado se ven obligados a trabajar demasiado para mantener un funcionamiento adecuado cuando no tienen suficientes carbohidratos disponibles, lo que nos roba mucha energía.
3. Mal aliento
Si tu próxima lista de la compra incluye productos como: pollo, almendras y huevos en grandes cantidades, te recomendamos que añadas también unos fuertes caramelos de menta, ya que consumir demasiadas proteínas puede acabar en una boca especialmente maloliente. Esto se debe, de nuevo, a la quitosis y al hecho de que cuando nuestro cuerpo se encuentra en este estado tiende a producir acetona, sí, la misma sustancia que suele encontrarse en los productos para quitar el esmalte de uñas.
La presencia de acetona en nuestro aliento es una de las causas del mal aliento, y se descubrió en un estudio de 2015 que es una señal de que el cuerpo está en estado de quitosis.
Otro factor responsable del mal aliento que emana de nuestra boca por el consumo excesivo de proteínas son los tipos de aminoácidos que contienen azufre y los que contienen cisteína y metionina, que al encontrarse con ciertas bacterias que se encuentran en nuestro organismo, producen mal aliento en la boca debido a sus compuestos de azufre.
4. Sensación de estreñimiento
Muchas personas que siguen una dieta o una rutina de ejercicio regular tienden a consumir grandes cantidades de proteínas, que a menudo se obtienen a expensas de otros nutrientes. Un ejemplo de ello es la dieta Atkins, considerada como uno de los programas de pérdida de peso más conocidos en la actualidad, que aboga por un alto consumo de proteínas y limita la ingesta de carbohidratos.
En un estado de abandono casi total de los hidratos de carbono en favor de las proteínas, el cuerpo experimenta una gran pérdida de fibra dietética, que junto a la prolongada sensación de saciedad que nos aportan también juegan un importante papel en el proceso digestivo y en el buen paso de los residuos en el sistema digestivo. Por lo tanto, cuando las evitamos, podemos sufrir de estreñimiento.
5. Cantidad recomendada de fibra al día
Entre los 19 y 50 años: mujeres - 25 gramos; hombres - 26 gramos.
A partir de los 50 años: mujeres - 21 gramos; hombres - 30 gramos.
5. Diarrea
Probablemente te preguntes cómo es posible que un consumo excesivo de proteínas pueda provocar, por un lado, estreñimiento, pero, por otro, también diarrea; pues bien, depende del tipo de proteínas que esté consumiendo. Si, por ejemplo, la mayor parte de tus proteínas provienen de los lácteos, es probable que esta sección sea muy relevante para ti. Para digerir correctamente grandes cantidades de leche, el cuerpo humano necesita segregar más cantidad de la enzima "lactasa", que se encarga de descomponer la lactosa (azúcar de la leche) en los intestinos, y como la mayoría de las personas no producen naturalmente esta enzima en cantidades suficientes, el consumo excesivo de productos lácteos puede provocar molestias digestivas, que a veces se expresan en diarrea.
En la mayoría de los casos, las personas diagnosticadas con intolerancia a la lactosa pueden consumir entre 6 y 12 gramos al día, y siempre que se haga muy cerca de una comida, por lo que si es así, hay que tenerlo en cuenta para evitarlo. fenómeno.
Además, conviene saber que el consumo excesivo de alimentos ricos en grasas (que también contienen proteínas) contribuye a los problemas digestivos y a la diarrea, por lo que si la padeces con frecuencia lo mejor es que evites el consumo excesivo de carnes rojas, quesos u otros fritos e intentes equilibrar tu menú diario.
7. Aparición de cálculos renales
Los diversos efectos secundarios mencionados hasta ahora son válidos para cada uno de nosotros, pero es mejor saber que las personas con problemas renales deben evitar aún más la ingesta excesiva de proteínas, ya que puede causar un daño significativo a estos órganos a largo plazo.
Hay dos razones principales para esta afirmación: la primera es que la ingesta excesiva de proteínas aumenta el nivel de ácido úrico en el cuerpo, lo que puede terminar en la aparición de cálculos renales, información publicada en la Sección de Salud de la Universidad de Harvard. Además, el exceso de proteínas reduce los niveles de citrato en la orina, que es la sustancia natural que evita la cristalización y la formación de cristales que producen la Gota y piedras.
El segundo argumento es que una dieta rica en proteínas favorece la excreción de calcio en las heces, lo que también conduce a la formación de cálculos renales.
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