1. Sabemos disfrutar la vida
Una vez que has pasado la necesidad desesperada de ser considerado "genial" y emocionante, es mucho más fácil recostarse, reírse de todo (incluidos nosotros mismos) y disfrutar de la vida. La vida es mucho más divertida cuando somos mayores, especialmente porque hemos aprendido que no hay vergüenza en reírnos de nosotros mismos. Como la risa es buena para ti, ¿por qué no reír tanto como sea posible?
Además, hemos recorrido muchos de los caminos llenos de baches de la vida, por lo que ya sabemos qué debería preocuparnos y qué se puede resolver con una sonrisa y aceptación. Para aquellos que dicen que la vida es aburrida, yo digo: "basura". La vida está llena de experiencias que has acumulado y de experiencias que aún no has tenido.
2. Apreciamos a otras personas
Familiares, amigos y todas las personas cercanas a nosotros. Han estado a nuestro lado durante tanto tiempo que hemos aprendido a confiar en ellos cuando necesitamos ayuda y a agradecerles por todo lo que hacen por nosotros. Hemos aprendido, hace mucho tiempo, que el viaje de la vida se realiza mejor con los demás, e incluso si su camino terminó o nuestros caminos fueron diferentes, simplemente nos hizo apreciar aún más a los que todavía están con nosotros. Hemos dado y recibido muchos obsequios a lo largo de los años, pero sabemos que el mejor obsequio que tendremos es tener personas a nuestro alrededor que se preocupen.
3. Sabemos cómo sacar lo mejor de quienes somos
Con la edad viene la experiencia, y con ella obtenemos perspectiva y sabiduría, cosas que nos ayudan a aprovechar al máximo lo que tenemos. Hemos aprendido mucho en esta vida y seguimos aprendiendo más todos los días, lo que nos ayudará a evitar errores y alcanzar nuestras metas. Después de muchos años en este mundo, finalmente podemos lidiar con eso, sabiendo exactamente quiénes somos. Sabemos que tenemos el poder de cambiar si realmente queremos hacerlo, lo hemos hecho antes y no hay razón para que no podamos hacerlo nuevamente.
4. Conocemos nuestro mundo
Incluso si no hemos estado en todos los países del mundo, conocemos nuestro propio entorno, eso es seguro. Hemos aprendido a circunnavegar ese bache en el camino, aprendimos cuándo es el mejor momento para abrir nuestras ventanas para esa brisa refrescante, y sabemos exactamente cómo nos gusta nuestra comida. Nuestro entorno está lleno de recordatorios, algunos agradables y otros menos, de la maravillosa vida que hemos vivido y seguimos viviendo hoy. Más allá de la satisfacción de conocer el verdadero nosotros y nuestro entorno real, la vida también nos brinda una gran cantidad de oportunidades para ver a las personas más jóvenes (como nuestros nietos) experimentar la vida por primera vez y disfrutarla.
5. Hemos aprendido a aceptar nuestros defectos
Perseguir la perfección es un asunto de personas más jóvenes, que todavía no se han dado cuenta de que perseguir constantemente la perfección solo conduce a la amargura, la decepción y el odio a sí mismos. La mayoría de las veces incluso disfrutamos de los pequeños defectos en nuestra vida y en las personas cercanas a nosotros, que nos brindan infinitos momentos de placer y risas. Aunque a veces es difícil de admitir, nuestro cuerpo no es tan fuerte como solía ser, pero nos ha servido durante muchos años y continuará haciéndolo solo si no pedimos más de lo que puede dar.
6. No necesitamos demostrar nada a nadie
Hemos aprendido, hace mucho tiempo, que no será bueno compararnos con los demás. Nos hemos liberado de ese sentimiento de presión y competencia que causa ansiedad y tristeza a tanta gente. Es un gran alivio saber que en esta etapa de nuestras vidas podemos centrarnos en lo que nos gusta y abandonar las emociones negativas de la envidia.
Sabemos nuestro valor, y si nadie más lo sabe, ese es su problema y no algo que nos moleste. Si queremos hacer algo, lo hacemos por nosotros mismos y nuestros seres queridos, y no para demostrar nada a nadie.
7. Somos conscientes de nuestro estado de ánimo
Cuando era joven, la gente mayor solía parecerme hosca. Hoy entiendo que después de cierta edad hay que quejarse y bromear un poco. A todos nos gusta desahogarnos, simplemente ya no tenemos miedo de hacerlo. Sin embargo, debemos recordar que cada moneda tiene dos caras, y no debemos tener la tentación de pasar nuestro tiempo deprimidos o ser hoscos. Ahora sabemos que estos sentimientos pasan, y tenemos la paciencia para esperar.
8. Tenemos nuestras prioridades claras
Después de muchos años de ser desgarrados por la vida, finalmente tenemos el tiempo y la capacidad de hacer las cosas a nuestro propio ritmo. Hemos criado a nuestros hijos, los hemos alimentado y vestido. Ahora es el momento de desarrollar esa habilidad artística que siempre supimos que teníamos, aprender un nuevo idioma, salir a la naturaleza o leer todos los libros que nunca tuvimos tiempo de leer. Desde mi experiencia personal, puedo decirles que otros se sorprenderán al ver la cantidad de energía creativa que podemos tener.
9. Podemos estar en paz con nosotros mismos
Cada etapa de la vida tiene sus objetivos: terminar la escuela, encontrar una carrera, criar a los niños y así sucesivamente. ¿Cuál es nuestro objetivo ahora? Cuidar a los nietos, ayudar a nuestros hijos en su difícil momento, pero principalmente para alcanzar la paz y la aceptación con nosotros mismos. Hemos perseguido la felicidad la mayor parte de nuestras vidas, y ahora es el momento de desarrollarnos de la forma que creamos conveniente. En pocas palabras: es cuando nos conocemos mejor y, sin embargo, podemos sorprendernos más. Es un momento de superación personal y deleite en nosotros mismos y en los demás. Abrace este período de la vida con ambos brazos y disfrute de todo lo que tiene para ofrecer.